Después
de los días tan moviditos que tuve en México, lo cierto es que agradezco tener
días tranquilitos. Ya me quedan pocos días de viaje, y me encantaría que no
me pasase nada, a pesar de que esto se pueda convertir en un coñazo. El día de
hoy ha sido lo que en el manual del paseante en moto se define como un día en
moto casi perfecto.
Ha consistido en recorrer la costa californiana a través de lo que aquí
llaman Pacific Highway. Estos americanos sí que saben hacer carreteras
costeras!!! Son kilómetros y kilómetros de carretera pegada al mar, con curvas
y más curvas, paisaje espectacular, miradores cada pocos kilómetros… Podían
tomar nota tanto en Chile como en Perú, dónde las carreteras costeras que
intenté coger estaban a 150 kilómetros de la orilla. Tienen hasta animales de
atrezzo… unos leoncitos marinos que me da a mi que tienen hasta horario para hacer el
show.
Los lunes al sol |
Para
que el día hubiese sido casi perfecto, no hubiese estado mal que hubiese hecho
una poco menos de viento. Había un castañón impresionante pero eso hace que aquí hasta tengan lugares para el cometeo. En un par de ocasiones he visto playas
llenas de cometitos asesinos y he de reconocer que los he mirado con ojos
golosones. En mi línea ansiosa y de querer abarcarlo todo, cuando les he visto
en el agua me han dado ganas de quitarme el traje de astronauta, pedirles una
cometa prestada y meterme un chapuzón. Soplaba bien, bien, encima había olones
y lo único que no pintaba tan bien era que para meterse en el agua, llevaban
unos neoprenos como los que utilizan para meterse en la Antártida. Algunos iban
con gorro y guantes, tela!!!
Algo
con lo que no contaba ha sido el frio. El viento… pasa pero se nota que estoy
cada vez más al norte y he pasado un frío del carajo. Como dice mi padre, he
salido hoy “a cuerpo” y me he congelado las pelotas. Llevo casi un mes
disfrutando de climas tropicales, el traje lo llevo en configuración Barbie
Malibú y cuando he salido esta mañana, me he quedado helado. Por no parar y
sacar las capas interiores del fondo del mar me he dicho: - ya hará más calor
cuando caliente el sol, y aquí el sol no calienta nada. Al final he tenido que
dar mi brazo a torcer, y cuando estaba ya como los de “dos tontos muy tontos”,
he parado a pertrecharme. El problema es que tenía el frío en el cuerpo y no me
lo he quitado hasta que he llegado al motel.
Como
colofón al día de hoy, visita turística a San Francisco. Había estado por aquí
ya pero la verdad es que me ha hecho mucha ilusión lo de circular con la moto
por las calles empinadas, bajar Lombard Street, ver los tranvías y sobre todo
cruzar el Golden Gate. Me gustaría saber por qué demonios nos hacer tanta
ilusión (al menos a mi me la hace) ver o estar en este tipo de sitios, como
pueden ser en este caso San Francisco o el Golden Gate. Con cara de paleto me
he pasado toda la tarde. Y también congelado. Yo no sé que tiene esta ciudad
pero las veces que he estado (y han sido unas cuantas) siempre ha hecho un frio
del carajo. Me río yo de la soleada California, es un mito.
En el Golden Gate |
Y
ese ha sido más o menos mi día. Otro día tranquilito y sin sobresaltos. La
cadena que me puso Víctor en Ensenada va como un reloj, espero que no tenga un
bajón como tuvo la otra, sigo sin pastillas de freno traseras, aunque he parado
en ciento trece tiendas, en ninguna las tienen y la rueda trasera me sigue
aguantando y me da que me llega hasta el final. Es increíble, la primera la
cambié con 13.000 kilómetros y esta lleva 15.000 y aunque está tiesa, todavía
aguanta. Se me ocurren varias explicaciones pero no me voy ahora a poner aquí a
contar mis teorías.
Varios
amiguetes me han preguntado si a lo largo de este viaje he hecho algún amigo.
La verdad es que no. Quiero creer que no es porque yo sea un soso y un apocado,
sinceramente creo ser un tipo extrovertido y hablo con todo el mundo.
El problema es que haciendo un viaje tan relámpago como el que estoy haciendo,
es difícil conocer a nadie. Cruzarme, me he cruzado con un montón de gente,
sobre todo viajeros de todo tipo, pero amigos, amigos… Sólo conozco un caso de
alguien que se hizo un muy buen amigo en un encuentro fortuito durante un
viaje. Se trata de mi amigo José Luis. Hay que decir que es un tipo muy
peculiar, es un todoterreno, ha viajado un montón, es una persona polifacética
y sobre todo, es un “valiente”, no le da miedo nada. Si no recuerdo mal, un
verano se fue a Namur, no sé si a aprender francés o a perfeccionarlo. El caso
es que creo recordar (lo mismo estoy mezclado historias y si algún día lee esto
va a decirme que qué es lo que me he inventado) que se puso a tocar la guitarra
en plena plaza mayor, central o del ayuntamiento de Namur. En estas que se le
acercó un tipo, se puso a hablar con él, acabó invitándole a su casa y mi amigo
José Luis, ni corto ni perezoso con él que se fue. El “invitador”, un tal
Vincent al que conocí años más tarde, era (e imagino que seguirá siendo) un
personaje en toda regla. Para empezar su look era muy, muy curioso, yo desde
luego no me hubiese ido a su casa ni de coña, pero José Luis, sí que lo hizo, y
acabó haciéndose intimo amigo del tal Vincent. Mantuvieron la amistad, Vincent
vino a Madrid un par de veces, le conocimos todos los amigos, de hecho creo que
hasta algún otro amigo mío acabó yendo a visitarle a Namur… y como colofón, hasta
creo que invitó a mi amigo a su boda. Yo, conociéndome, no habría dado chance a
que eso ocurriese pero también creo que son cosas que pasan una entre un
millón. Quizás debería abrir mi mente, pero por lo general son siempre los
pelmas los que se te acercan en los viajes. A ver, yo nunca he cogido un 15 de
agosto a las tres de la tarde, con todo el calufón cayendo sobre las calles de
Madrid, me he acercado a la Plaza Mayor, he entablado conversación con dos
japonesas (Makiko y Mikuki) que andaban dando vueltas por ahí, las he invitado
a mi casa, las he llevado a cenar, les he presentado a todos mis amigos y luego
me he ido a verlas a Japón. Si yo no lo hago, entiendo que ni un peruano, ni un
panameño, ni un mexicano se pongan a hacerlo conmigo. Uno ya tiene su vida
hecha, corriendo de un sitio para otro, y no va preguntando a los turistas
despistados:- ¿queréis ser mis amigos? Tendré que cambiar mi talante.
Por
último y antes de despedirme quiero agradecer a mis compañeros de turno que me
hayan gestionado todos los cambios para que ahora mismo pueda estar aquí. Por
fin hoy me he quitado el último día que me faltaba. Creo que ya no me echan del
trabajo, al final acabarán haciéndolo, pues están locos por hacerlo, pero al
menos no será por faltar a trabajar. Así que gracias a los del “turno Hotel” y
también a mi querido amigo Maikol, que sin su aplicación asesina de los
cambios, no me habría podido venir aquí ni de coña.
Hola Álvaro. Bueno, ya enfilando la recta final de este viaje. A partir de este momento, ya en USA, podrás disfrutar más de lo que es la pura conducción en la moto y el paisaje. Ojo con las pastillas de freno. Procura cambiarlas que te puedes cargar los discos. Ya me pasó a mi en el Majesty y quedé tocado el disco delantero. Las ruedas si te aguantan, pues bien, sino, pues a cambiar, que no estaría mal. Es raro no encontrar por allí un sitio. En California!!! si por allí anda que no habrá tiendas y concesionarios oficiales. Consulta por internet. Tu tienes un modelo bastante popular, y supongo que será el mismo para todas las XT, XT-Z. Un fuerte abrazo desde Valladolid y a seguir disfrutando...ah, y ponte el forro interior del traje que según vayas subiendo el tiempo irá cambiando paulatinamente.
ResponderEliminarPues lo de las pastillas no hay manera, como es una moto que no se comercializa aquí no te creas que las tienen. En todos los sitios me dicen que las tienen que pedir. Así que las cambiaré al final.
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