viernes, 30 de enero de 2015

22 de enero 2015: Llegada a Buenos Aires

Llegué por fin a Buenos Aires, las trece horas de vuelo hay que reconocer que se hacen más llevaderas si vuelas en business. Gracias a Iberia, y sobre todo a la tripulación que comandaba José María Sureda (y a Emilio, y él sabe porqué), tuve la suerte de hacer el viaje en business. Tenían intención de tomarme un pastillón para quedarme tieso pero no hizo falta, con reclinar el asiento, ponerme los taponcitos y el antifaz creo que tardé 15 minutos en dormirme. De las 13 horas de vuelo creo que dormí 11 así que, decir que el viaje es duro sería un pecado. Tuve la suerte de poder aterrizar en la cabina y la verdad es que la vista de Buenos Aires desde el aire es espectacular.

Después de aterrizar el control de pasaportes fue un visto y no visto. La verdad es que que estaba un poco asustado pues en Madrid me dijeron que existía la posibilidad de que me devolviesen al no tener un billete de vuelta. En la cola de los pasaportes parecía el del expreso de media noche, estaba nerviosísimo… Gracias a dios, me tocó una agente de inmigración muy simpática (he de reconocer que le puse la mejor de mis sonrisas) y después de la foto y de la huella, despachado hacia la sala de equipajes. Mi maleta apareció de las últimas pero apareció. No recordaba que fuese tan pesada pero cuando me la tuve que cargar en la chepa me pregunté setecientas veces qué es lo que había metido. Salí a la terminal, saqué algo de dinero del cajero y para la terminal de carga que me fui. La verdad es que la recogida de la moto en la aduana fue más sencilla de lo que esperaba pero fue un muy largo proceso hasta que la pude sacar.





En primer lugar tuve que ir a la oficina de Aerolineas Argentinas, allí tuve que pagar algo más de 1.300 pesos argentinos (130,34€) para que me diesen la documentación de la moto, lo que se llama “air bill”. Lo cierto es que no sé muy bien porqué tuve que pagar ese dinero, en la factura que me dieron pone como concepto (…) lo cual no explica nada. En el momento no dije ni pio pues lo que quería era recuperar la moto y probablemente si me hubiese puesto chulito el trámite se hubiese demorado mucho pero, tengo claro que en cuanto vuelva a Madrid lo primero que hago es ir a la oficina de Aerolíneas Argentinas a qué me expliquen qué es lo que pagué y en concepto de qué.

Después de conseguir la documentación de la moto tuve que ir a la oficina de acreditaciones de la Terminal de Carga para acreditarme, me pidieron el pasaporte, me sacaron una foto y me dieron una especie de tarjeta con mi foto para que entrase en la zona franca de la aduana. Para allá que me fui. Hasta aquí todo fue fácil, fue a partir de aquí cuando la cosa se complicó.

Fui hasta la oficina de particulares aunque lo que debería poner es "oficina para perder el tiempo de una forma particular". En la puerta había un guardia jurado que te daba un número. En la oficina había dos chicas, cada una en su escritorio, las dos rajando entre ellas y entre rajada y rajada, echando un vistazo a la telenovela que estaban poniendo en una televisión que, en lugar de estar dirigida hacia aquellos que estaban esperando (en ese momento solo yo), estaba dirigida hacia ellas. Después de unos cinco o diez minutos, una de ellas se dignó a llamarme. Le dije que venía a recuperar una moto y lo primero que me soltó fue que me iba a costar unos 3.000 y pico pesos recuperarla y si además tenía seguro obligatorio argentino. Puse mi mejor cara de poker, tanto al rejón que estaban por darme como a lo del seguro, dije que tenía mi seguro español, que me habían dicho que me cubría y a ver que pasaba. - El seguro español no cubre, dijo la tipa, ve a sacarte uno y cuando lo tengas vuelve, cerramos a las 4… y me entrego la documentación. Ni derecho a réplica tuve. Con un encabrone considerable puse rumbo a Buenos Aires. El aeropuerto de Ezeiza está a unas considerable distancia de Buenos Aires. Gracias a la providencia un chaval que andaba por allí me recomendó que cogiese una especie de furgoneta que llevaba gente desde Buenos Aires al aeropuerto y vuelta pero a precio de trabajador y no a precio de turista. La furgoneta de marras me llevó Buenos Aires por 70 pesos (7€) cuando el precio habitual es de 130 (13€). 

Llegué a Buenos Aires y la furgoneta me dejó a unas “pocas cuadras” del lugar donde tenía que sacar el seguro. Dónde y cuánto me iba a costar sacar el seguro ya lo había mirado estando en Madrid. Tenía la esperanza de que con mi seguro me sirviese para sacar la moto del aeropuerto y posteriormente sacarme el seguro para circular por Argentina y el resto de países pero… mi amiga de la aduana acabó con mis esperanzas. Anduve las “pocas cuadras” hasta la correduría de seguros cargado con mi bolsa-maleta que pesaba 17 toneladas, el casco y la mochila que traía en el avión. Si a esto le añadimos los 270° que hacia esa mañana en Buenos Aires, la caminatita fue de lo más agradable. Menos mal que los de la correduría de seguros eran operativos y en menos de 10 minutos me saqué un seguro a terceros para circular por Argentina, Chile, Bolivia y Perú por 110 pesos al mes, unos 11€. 

Después de sacarme el seguro otra vez vuelta al aeropuerto. Otra vez volví a coger la furgoneta para empleados que me dejó de nuevo en la terminal de carga. Entre una cosa y otra tardé casi tres horas en ir y volver. Cuando volví a la oficina de particulares de la aduana, mis dos amigas seguían ahí, enganchadas a la telenovela y escribiendo ambas como posesas en su móvil. Volvieron a darme un número y tuve que volver a esperar otros 10 minutos hasta que una de ellas se dignó a llamarme. Cogió lo papeles, los ordenó y se los llevó a otra oficina contigua. Cuando salió me dijo: ahora le llaman. Veinte minutos más tarde salió de esa oficina una mujer y me llamó, pasé dentro de la oficina y me pidió mi pasaporte, los papeles de la moto además del seguro argentino. Les hizo fotocopia y me volvió a pedir que esperase fuera. Otra media hora esperando cuando me volvió a llamar. Me dijo que fuese a “montar la moto” mientras ella preparaba el expediente (¿qué coño había estado haciendo la media hora que había estado yo esperando??) 

Dando una vuelta gigante, fui a la nave que estaba contigua a la oficina de la tipa de la aduana, lo sé porque la puerta estaba abierta y se veía la nave. Pero no, no podía atravesar esas puerta, tenía que dar toda la vuelta al complejo. Llegué a la nave, allí no había ni dios y por fin a uno de los chicos que trabaja allí le dije que esa era mi caja y que me habían dicho que la fuese montando. El chico me dijo que primero tenían que abrir la caja, luego venir el verificador y una vez que se hubiese verificado que era mi moto, entonces podía empezar a montarla (cuando digo montarla es quitarle las cinchas con las que venía atada, hinchar las ruedas, colocar las bolsas que venían dentro de la caja…) Media hora después apareció el verificador.


La moto recién abierta la caja

¿Y quien era el verificador? Pues mi amiga que tenía que preparar el expediente. Imagino que apareció media hora después porque estuvo preparando mi expediente pero… no fue así. Estuvimos comprobando que el numero de motor y el número de bastidor eran los mismo de mi moto a los que decían los papeles (me pregunto que hubiese pasado si hubiese habido el mas mínimo error) y después de comprobarlo me volvió a decir: vuelve a la oficina que ahora te llaman. Cuando le dije si podía pasar por la puerta para ir a la oficina me dijo que diese toda la vuelta (qué hija de puta!!!!).

Anduve esperando cerca de otra hora hasta que finalmente me llamó. Mientras tanto me dio tiempo a engancharme a la nueva telenovela de moda en Argentina. Se trata de una novela turca, sí, sí, turca. Una novela que se llama “las mil y una noche”. En el tiempo que estuve esperando me dio tiempo a ver los casi 943 capítulos que tiene la novela, lástima que me quedé sin ver el último y no sé cual ha sido el desenlace. 

Si hasta ese momento ya estaba hasta el gorro, aquí empezó el descojone. Me llamó la verificadora (AKA la creadora de mi expediente) para que viese cómo le pasaba los papeles a su compañero de al lado. Este me preguntó muy ufano cuando me senté delante suyo: qué, ¿cansado del papeleo? Hice de tripas corazón y siguiendo los consejos de alguien sabio me metí la lengua en el culo y con la mejor de mis sonrisas y enseñando más dientes que la Pantoja le dije: - un poquito, a ver si acabo esto ya y puedo salir para Buenos Aires… Omito lo que me entraron ganas de decirle. Me mandaron otra vez  a la sala de espera. Desgraciadamente me pilló en la publicidad de la novela con lo que seguía sin saber el desenlace. A los pocos minutos esta vez me llamó el tipo, me hizo pasar, me dio un papel y me dijo que lo abonase. Salí otra vez y allí estaban mis dos amigas esperándome. Cuando me acerqué a una de ella me preguntó: - ¿has cogido el turno? ¿Turno?, ¿Turno? Pero si no hay ni dios en la oficina y llevo aquí esperando tres horas (hija de tu madre!!!!) Vuelta a poner mi mejor sonrisa y paseo al turnomatic para coger el número. Por fin pagué las tasas de aduanas (3.300 pesos!!!(330€)) y cuando lo pagué, la que me cobró me dijo:  - llévale este papel a mi compañera y continuas con el trámite. La tenía a tiro de mesa!!!! Entre su mesa y la de la compañera no había 50 centímetros y me dice la muy capulla que le lleve el papel a su compañera!!! - Dáselo tú!!! Pu…!!! Otra vez la mejor de mis sonrisas y cuando le acerqué el papel a la otra me dijo: - siéntate a esperar un momento. Estaba mirando el móvil!!!! Me dice que me siente porque está mirando el móvil!!! Un par de minutos más tarde me volvió a llamar y finalmente me dio todos los papeles y me dijo que esperase que ahora me volvía a llamar el tipo de la oficina. Veinte minutos después por fin me llamó el tipo, le entregué el justificante de haber pagado la tasa, me dio un par de papeles vitales sin los cuales mi vida no merecía la pena ser vivida y me dijo que podía pasar a retirar la moto. A mi pregunta de si podía pasar por la puerta para no dar toda la vuelta me dijo: - lo siento esa puerta es solo para el personal. Lástima no haber tenido un lanzallamas. Finalmente llegué a la moto. 

He de decir que si bien los funcionarios de la aduana eran para matarlos, los chicos del almacén fueron encantadores. Me sacaron la moto de la caja, me ayudaron a prepararla y hasta me dieron indicaciones de cómo llegar hasta Buenos Aires. Tengo que decirlo otra vez… encantadores y muy amables. Finalmente, después de casi seis horas de trámites por fin me hice con la moto. La verdad es que estaba tan cansado, por un lado de esperar, por otro del viaje relámpago a por el seguro, de la tensión de recuperar la moto..., que en vez de estar emocionado de estar allí y de alguna manera de empezar el viaje, lo único que quería era llegar a Buenos Aires, aparcar la moto y descansar.

La moto lista para salir

Conduje hasta Buenos Aires y tenía que encontrarme con Paulo, un amigo argentino que me había ofrecido quedarme en su casa.


La historia de mi amistad con Paulo es curiosa. Le conocí hace más de veinte años haciendo un inter-rail por Europa. Creo que le conocí en el ferry que unía Italia con Grecia y luego coincidimos en un tren griego. Hicimos buenas migas, cambiamos nuestras direcciones postales y a los largo de estos más de veinte años creo que como mucho nos habremos visto dos o tres veces. Coincidimos seguro en una visita que hizo él a Madrid y la vez que vine a Buenos Aires hace ya algunos años, no pude coincidir con él porque precisamente estaba en España.

El caso es que quedé con él en el portal de sus casa y allí nos encontramos. Se había prestado a dejarme su casa aprovechando que él estaba pasando el verano en una casa de veraneo a las afueras de Buenos Aires. Nos encontramos como a las seis de la tarde y nos pasamos fácil cuatro o cinco horas poniéndonos al día de cuales habían sido "nuestros movimientos". Es de veras curioso como hay personas con las que conectas a pesar de que tu trato con ellos no sea constante. Con Paulo me ocurrió que a pesar de no vernos nunca nos pusimos a rajar y rajar y estuve realmente a gusto. Es un tipo encantador y de veras me alegro de haber coincidido con él.

1 comentario:

  1. Jajajaja! Álvaro, mucho peor que el corto de Carolina Bang!!! Menos mal que al final recuperaste la moto!

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