sábado, 31 de enero de 2015

30 de enero de 2015 Punta Arenas – El Calafate – 659km – 11h

Hoy se me echó el tiempo encima y salí más tarde de lo que quería. La verdad es que el hotel en el que me quedé en Punta Arenas invitaba a quedarse, un sitio muy curioso, muy bien montado, con una arquitectura muy chula… la verdad es que se agradece después de meterte un palizón llegar a un sitio agradable.

El caso es que al final me puse en marcha a eso de las 9:45. Arranqué y me fui a dar una vuelta por Punta Arenas. Como dije ayer, la verdad es que la ciudad no tiene nada pero a mi en concreto me gustó, tiene una especie de aureola de buenos tiempos pasados que a mi me llamó la atención. El día amaneció un poco gris y crucé los dedos a ver si se arreglaba un poco. Después de dar una vuelta por Punta Arenas me puse camino de Puerto Natales que es la entrada natural al parque de las Torres del Paine. Ah, me pareció curiosísimo que cuando paré a echar gasolina en Puerto Natales, en el hilo musical de una gasolinera de mala muerte sonaba la canción de “a fuego lento” de Rosana!!! Increíble, no? Y más increíble es que el gasolinero la estaba cantando!!! Pasé Puerto Natales camino al parque. El día seguía nubladillo aunque tenía pinta de querer abrir. Llegué a la desviación que lleva a la entrada del parque y a lo lejos se veían la torres (o el macizo que realmente da nombre al parque) y curiosamente estaba todo, todo, todo despejado salvo una boina que cubría todo el macizo, manda huevos. La carretera para llegar hasta allí era de ripio y casi me meto más de un guarrazo porque cada dos por tres estaba mirando hacia las torres a ver si abría o no en vez de mirar a la carretera. Si a esto le sumas que hacía un viento del carajo que casi me saca del camino… para matarse. Iba acercándome, la boina seguía aunque poco a poco iba perdiendo consistencia. Ya no sabía a quien enmendarme para ver si por fin abría y podía ver las torres. Llegué a un sitio precioso que es una laguna de un color verde espectacular y al fondo se ven las torres, la base se veía perfectamente pero la cima seguía sin verse. Después de la laguna fui a uno de los miradores donde dicen que mejor se ven las torres, cuando llegué, seguían cubiertas, decidí pues sacar mi comida, “acampar” un buen rato y además de comer, rezar todo lo que sé para ver si finalmente el cielo abría. Por fin se hizo el milagro y las cimas de las torres que quedaron sin nubes. Creo que saqué 470.000 fotos, conmigo, con la moto, sin mí, sin la moto… nerviosito estaba. Además con la claridad tan grande que había no era capaz de ver la pantalla de la cámara para ver si las fotos habían quedado bien o mal, y luego es un engorro ponerme a mirar y a seleccionar las 470.000 fotos que he sacado. Si luego una sale bien diré que fue por casualidad pero… he de confesar que hay todo un “making off” detrás. 



La verdad es que me entró un subidón enorme, por fin empezaba a ver las cosas espectaculares que esperaba ver, mi experiencia de los días anteriores había sido un poco amarga y si encima de venir hasta aquí me sale un día nublado ya es como para cortarse las venas. Estuve un buen rato a los pies de las torres contemplándolas y pensando también lo que hacer. Mi falta de previsión me hizo que no reservase sitio en los albergues que hay en el parque, es pleno verano aquí, temporada alta no, lo siguiente y no había una sola camita para mi. Tenía dos opciones, volverme a Puerto Natales que en el fondo era retroceder o tirar hasta El Calafate. Al final decidí tirar hacia El Calafate. Salí del parque, volví a cruzar la frontera chileno-argentina por enésima vez en estos días y camino de El Calafate.


Frontera Argentino-Chilena

El día se fue arreglando cada vez más y al final se quedó una tarde totalmente despejada y camino del Calafate se veían a lo lejos las Torres, realmente espectacular.

Carretera de ripio, bien!!!!


Algo con lo que sigo alucinando es que fácilmente me he cruzado con 10 ciclistas que estaban yendo en un sentido o en otro por esta zona. Alucino con la fuerza de voluntad que tienen estos tipos. Los que estaban cerca de las Torres o camino del Calafate, vaya, pero los que tenían pinta de tirar hacia Ushuaia… Con lo aburrido que es el camino y con el viento tan asesino que hay. Les ves a todos con sus alforjitas, y piano, piano… hasta dónde lleguen. De veras alucino con esta gente. Curiosamente he visto también hoy a un ciclista que llevaba una bicicleta de montaña con unas ruedas mucho más gordas de lo habitual, diría incluso que eran más gordas que las ruedas de una moto, desde luego que la mía lo eran. El tío iba a un ritmo increíble por el camino de ripio, jamás había visto una bici como esa.

Cuando he llegado al Calafate, el colofón ha sido el hotel en el que me hospedo. Está a tomar por saco del centro pero está en un alto con vista al lago Argentino y es realmente espectacular. Así da gusto viajar.

La etapa del día

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