Estoy
ahora mismo escribiendo esto en una especie de hostal para mochileritos asesinos
en medio de la nada, y tengo la sensación de que pinto menos aquí que Pitita
Ridruejo en una fiesta punk. O se me ha pasado la edad o la gente viaja cada
vez con mayor precocidad. Yo cuando tenía veintitantos, no recuerdo estar
haciendo viajes por Guatemala con los coleguis, creo que como mucho me fui a
Marruecos con mi amigo Gonzalo, no sé si diez o doce días, y eso fue el
aventurón. Mi mega viaje juvenil unos años antes fue haberme ido de Interrail por
Europa con mis amigos Marcos y José Luis, pero Guatemala???? Empiezo a sonar
como un abuelo, pero de veras que estoy alucinando. Cuarenta años he tardado en
venirme yo para acá, y estoy rodeado de jovencitos universitarios
norteamericanos que están como Pedro por su casa. Madre mía cómo cambian los
tiempos.
No
empezó mi día con demasiado buen pie. En teoría hoy dejaba Antigua pero antes
de hacerlo tenía la espinita clavada de visitar el famoso volcán Pacaya (el que
no pude visitar el primer día). Anoche, contraté una excursión para que me
llevasen con la fresca, me lo enseñasen y en teoría a mediodía me devolvían al
hotel en Antigua. La hora de la recogida era a las 6 de la mañana en la puerta
de mi hotel. A esa hora estaba yo toda equipada con el modelo “Nancy
Exploradora”, hasta me había dado tiempo a comprarme una especie de empanada y
una botella de agua para la excursión. Seis de la mañana, seis y cuarto… qué
impuntuales son estos guatemaltecos…, seis y media…, pues sí que tardan…, siete
menos cuarto…, me cago en su p… madre…, siete…, se han olvidado de mi, nadie me
quiere. En vista de que no venían a por mi, decidí irme por mi cuenta, el
volcán Pacaya lo veía por coj…
Cuando
un día empieza mal, continua mal y hoy ha sido así. Según me dijeron, el volcán
Pacaya estaba aquí al lado, vamos que casi, casi podía tocar la lava estando
metido en la cama. Pues lo que aquí llaman cerca, son 80 kilómetros de ida y
otros 80 kilómetros de vuelta. Y eso, en mi pueblo, se llama estar en el quinto
carajo. Si además le sumas que para llegar, te tienes que comer la “entrada” a
la ciudad de Guatemala, meterte en su M40 y chuparte un atasco de mil demonios…
tela, marinera. Pues ahí estaba yo, metido en la vorágine guatemalteca para ir
a quemarme el hocico en un volcán.
Llegué al volcán después de hora y media de
camino y para empezar me encontré que tenía que pagar 50 quetzales (6,50€) para
entrar en el parque nacional de marras y además tenía que pagar otros 100
quetzales (12,75€) para contratar un guía que me subiese, pues sólo no me
dejaban subir. Como ya estaba allí me dije: - va, tira, que no vienes a un
volcán todos los días. Me hizo una gracia que no te imaginas, pero bueno, cómo
dijeron que hacía falta guía, imagine que la subida al volcán iba a ser
extrema, trepadas de grado 9 o superior, rapels de por lo menos 50 metros,
vamos, lo clásico. La única vez que he contratado un guía para que me lleve a
algún sitio ha sido cuando he hecho excursiones de esquí de travesía, con unos
cuantos amigos del trabajo, en los Alpes. Aunque la historia es un poco larga,
fuimos a dar con un guía de la Escuela de Montaña de Chamonix para que nos
sacase de paseo por las crestas alpinas. El guía, un tal Christoph, nos llevaba
cogidos de la mano por los avernos y las panzas malignas, y por el mero hecho
de que estuviese a tu lado, desaparecían todos tus temores. Yo, que tengo un
vértigo del carajo, era darme la manita y se me quitaban todos los miedos, hasta me hubiese
subido con él al K2. El caso es que cuando por fin apareció mi guía, me puse a
mirar a ver si encontraba la cámara oculta. Apareció la versión guatemalteca de
Falete delante de mí. En ese momento pensé: - ¿y este de dónde me va a sacar a
mi??? Pero si le cuesta hasta andar!!! Nada, era el guía que me tocaba y con él
(o ella) tenía que apechugar. Excursión que empezamos y a los 150 metros se
paró y empezó a explicarme no sé qué gaita sobre unos arbustillos de la zona,
cuyos frutos son buenos para el tracto intestinal. - Mi tracto intestinal
funciona perfectamente, yo quiero ver lava, así que tira!!!! Habitualmente más
o menos estoy en forma, depende del pique que tenga con mis compañeros de
trabajo, pero puedo decir que después de dos meses montado en una moto, mi
forma física no es mala, es patética. Pues bien, a pesar de ir subiendo al
ritmo que sube un alpinista cuando está a 8.000m, mi amigo Falete, no podía con
su alma. En teoría, la excursión era de tres horas, llevábamos unos 15 minutos
y ya le veía congestionado. Otra parada que me hizo para explicarme no sé qué
sobre los robles americanos y en vista de que me olía el percal, le dije que
menos explicaciones y más ascensión, las explicaciones me las podía dar
mientras andábamos. Seguimos subiendo, yo seguía preguntando, pero veía que
muchas contestaciones no me daba. Bajé un poco el ritmo (iba dando pasitos como
las muñecas de Famosa cuando se dirigen al Portal) y cada vez estaba más
rojo. Visto lo visto, le planteé que fuese a su ritmo, yo al mío, y que
no se preocupase si me saltaba un par de explicaciones sobre plantas
medicinales, creo que podría vivir sin ello. No le hizo mucha gracia mi
propuesta, dijo que era obligatorio subir con un guía y bla, bla, bla pero
finalmente me puse pesadito, le dije que tenia prisa y que, o eso, o demarraba
a lo Perico Delgado y no me veía más el pelo. Aceptó de mala gana y tiramos
cada uno por nuestro lado. Seguí subiendo, llegué al final de la excursión y mi
gozo en un pozo. Si mi idea era ver ríos de lava, cenizas y erupciones
asesinas, no vi un carajo. Sólo vi a un grupo de guiris haciendo la gilipollez
de poner, los que ellos llaman “marshmallows” y nosotros llamamos “nubes” (en
las películas con doblaje sudamericano dirían malvaviscos), pinchadas en un
palito y tostándose en uno de los numerosos agujeritos en la lava solidificada
por donde salía calor.
Cima del Pacaya |
Fumarola Volcán de Fuego |
Se veían un par de volcanes de más de 3.000m justo en frente
pero no sé… no me ha matado. Además, cuando bajaba y me he vuelto a encontrar
con mi guía, ya que le había pagado, le he hecho un examen sobre vulcanología y
me ha venido a decir que para ver lava tiene que darse la coincidencia si no…
chungo. Y precisamente la última erupción de este volcán fue el pasado 10 de
marzo de 2014 con lo que he llegado con un año y unos días de retraso y la lava
está más fría que mi casa de Madrid cuando no funciona la calefacción.
Terminada
la visita al Volcán, vuelta a Antigua y vuelta a pasar por el infierno del
tráfico de la ciudad de Guatemala. He recogido los trastos y otra vez a cruzar
ciudad de Guatemala para ir a mi destino de hoy.
En mi segunda visita a la
ciudad de Guatemala, me he perdido un poco (no lo entiendo con la cantidad de
señales que tienen por todos los lados) y he acabado en pleno casco antiguo de
la ciudad. Había leído que no vale un carajo y los que lo han escrito no se
equivocaban. He pasado por no sé si llamarlo su Plaza Mayor y salvo eso, poca cosa
más. Espero que no se me enfade nadie.
Me
ha parecido curioso el cambio de paisaje que he visto hoy. Jamás hubiese
pensado que Guatemala tuviese bosques de coníferas.
Llegando ya a mi destino he visto un paisaje más como me esperaba. Lástima que
he llegado anocheciendo. Si me quejaba en su día del ripio argentino, tela
marinera los últimos 20 kilómetros que me he hecho hoy, puro enduro del bueno.
Bueno, dentro de lo que cabe, al menos has visto el volcán. Ha merecido la pena, pues no es algo que se vea todos los días. Lo que sí está claro que nada mejor que una trail para ir por esos sitios a tenor de los distintos sitios por donde tienes que circular. Ánimo y un fuerte abrazo desde Valladolid!!!!
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