lunes, 23 de marzo de 2015

20 de marzo de 2015 – Santa Elena – Palenque – 367km – 6h

Hoy el día ha sido largo, largo… Esta mañana me levanté a las 2:45am pues mi intención era ir a visitar las ruinas de Tikal. ¿Y para qué levantarse tan pronto? Pues para poder ver el amanecer en las ruinas. Lo de madrugar no me costó en exceso, luego lo pagué pero… en un primer momento no fue terrible. En teoría pasaban a buscarme a las 3:00am y una vez más, empezaron a pasar los minutos y nadie venía por mi. Ya estaba mosca otra vez y viendo, que el próximo protagonista de la campaña “no lo abandones, él nunca lo haría”, iba a ser yo. Finalmente aparecieron a las 3:25am y por lo menos respiré aliviado. Vino por mi una furgoneta y en su interior había otros 12 guiris como yo, que se habían metido el madrugón y habían pagado un pastón, para tener una “magical and mysterious experience”.

Llegamos a Tikal a eso de la 4:30am y allí conocimos a nuestro guía, un tal Luis. La excursión empezó bastante bien pues, al poco de arrancar, en medio del camino vimos una serpiente, que según dijo el guía, era mala, malísima y venenosísíma (nada que ver con la mía del otro día, pero bueno, no le voy a quitar mérito a mi amigo). Ahí estuvo un buen rato, pudimos verla bien a base de martirizarla con los frontales y las linternas y cuando se cansó de posar, se piró. Pocos metros más tarde, el guía nos enseño la “madriguera” de una tarántula, con tarántula dentro incluida!!! Cogió un palito, le estuvo tocando las narices un poco, hasta que salió, he hizo el show. Yo estaba emocionado con la excursión, noche cerrada, animales salvajes… qué más se podía pedir??? Pues que unos monos, que se llaman aulladores, se pusiesen a aullar. Eso ya fue el colofón. En un principio, cuando los oí por primera vez pensé que eran jaguares (que en teoría hay por la zona) pero como empezaron a sonar cuatrocientos a la vez pensé: - joder, hay más, que leones en el Serengueti!!! Luego el guía explicó que eran los monitos de marras, pero por el volumen y la gravedad del aullido, sonaban más a gorila empulguecido que a monito de árbol. Es difícil expresar como sonaban, pero de veras que era emocionante.

Llegamos después de un rato pateando hasta la base de la pirámide desde la que íbamos a ver el amanecer. Fuimos el primer grupo en llegar, y el guía dijo que subiésemos cuanto antes para coger un buen sitio. Arriba que llegamos, cogí un sitio en "pole position" y a esperar. A los pocos minutos empezó a llegar gente, y más gente. Empezó a clarear muy poco el día y la verdad es que la vista (que aún no se veía nada) era preciosa. Hubo un pequeño lapsus en el ambiente de paz y meditación que se respiraba allí arriba cuando, llegó el último grupo. Fueron unos alemanes y si bien estábamos todos en silencio y meditando, contemplando el amanecer y encontrándonos con nosotros mismos, ellos parecía que venían del Oktoberfest, y sólo les faltó ponerse a cantar canciones muniquesas. Un italiano que había por ahí, el típico “mandrillone” napolitano, con camiseta del Nápoles, cadena de oro bien gorda y bien puesto de gomina, les increpó y empezó a decir algo así como: - mamma mia, questi tedesqui urlano piu quei scimmie!!! Los alemanes se callaron y continuamos con la observación y la búsqueda de la paz interior.

He de decir que ha sido una de las cosas más chulas que he visto en este viaje y podría decir que en mi vida. No me voy a poner místico pero fue emocionante. Allí estábamos, escuchando a los monitos, viendo cómo salía el sol, cómo se atisbaban las cimas de los templos que teníamos en frente y cómo la neblina se iba disipando, dejando ver las copas de los arboles y el resto de la vegetación… sencillamente espectacular.

Amanecer el Tikal


Concluido el amanecer, estuvimos un rato más viendo cómo volaban los tucanes por delante nuestro y pusimos fin a nuestra visita “mística” para empezar con la visita “turística” de las ruinas. Aquí era dónde entraba en escena el guía de la excursión, el tal Luis. El amigo Luis era un pájaro de cuidado. El tipo era un guatemalteco regordete con bigotón de cuarenta años (lo dijo en varias ocasiones) que se había traído a su hijo para acompañarle,  y de paso que aprendiese el oficio para poderle pasar el testigo. El tío hablaba un inglés buenísimo a pesar de que él decía, que lo había aprendido a base de hacer de guía. En la excursión éramos doce guiris y yo, así que la visita fue en inglés. No he visto un tipo con más cara en mi vida. Mira que al final los guías son todos iguales, no dejan de ser unos saca cuartos, están hasta el moño de ver lo mismo siete veces a la semana, son cortoplacistas y peseteros pero a veces, te encuentras con uno, que al menos es apasionado de lo que hace. Este, apasionado, apasionado no era, lo que sí que era, es un jeta de cuidado. Para empezar tiró los trastos a todas las chicas del grupo. De los trece, tres éramos chicos y el resto chicas y a todas les preguntó si viajaban solas, dónde se quedaban, cuales eran sus planes… además, era un sobón de pelotas, sólo le faltó darles palmaditas en el culo a cada una de ellas, cada vez que las ayudaba a subir o a bajar un escalón. Además no perdía chance para “vender” su tour nocturno en otras ruinas cercanas, donde si no habías tenido suficiente con la salida del sol, podías encontrar tu luz interior  durante la puesta. Lo que es guía, guía no hizo un carajo.

Tikal
Se limitó a soltar uno tras otro, chistes enlatados que debían de funcionarle grupo tras grupo, y que con este parece ser que también le funcionó. Además, a pesar de que como digo, el tipo hablaba un inglés perfecto, con un acento americano alucinante, constantemente metía palabras en español para referirse a cosas tipo: señorita, guapa, bonita, vida loca… o utilizando frases típicas de las películas norteamericanas tipo: - “hasta la vista baby”, “no problemo”, o el por mi odiado: - “ándale, ándale” de Speedy González. Creo que en las cuatro horas más que estuvimos en las ruinas, no hizo una referencia a un maya ni de lejos. Eso sí, de pájaros, de bichos, de hacer imitaciones de pájaros, de monitos gritando y de múltiples gilipolleces, mil. Vamos que me podía haber guiado por el Partenón y hubiese dicho exactamente lo mismo. Acabé la visita sabiendo de los mayas lo mismo que sabía antes de empezar, absolutamente nada.


Tikal
Estoy preocupadillo porque de alguna manera no sé si me estoy convirtiendo en un “lobo estepario”. A ver, a este viaje me he venido solo porque no es fácil encontrar a mucha gente que esté dispuesta a pirarse ochenta días por ahí a dejarse el culo montando en una moto. A mi, estar solo no me importa, pero de vez en cuando hablar con alguien está bien. De hecho hay días que cuando estoy cenando, me cambio varias veces de posición para hacer como que estoy acompañado, porque son contados los días que no he tenido que cenar solo. Aún así, me preocupo porque la visita de hoy con el guía me ha agobiado. El principio me ha gustado, por la emoción y demás, pero luego, tener que estar esperando a todo el mundo, no poder ir dónde a mi me apetecía, los tiempos muertos que nos ha dado de recreo para que hiciésemos el mono aquí o allí, etc. no lo soporto. Hubiese preferido estar a mi bola, tan tranquilo, yendo y viniendo… esto es preocupante, necesito terapia de grupo, ya!


Después de visitar Tikal, vuelta a Santa Elena en la misma furgonetilla que nos llevó por la mañana, micro siesta que me he echado, a pesar de los baches y de tener clavado el codo de mi vecina de asiento en las costillas, y nada más llegar al hostal, recogida de bártulos y salida escopetada. Hoy dejaba Guatemala para cruzar a México. Para ganar tiempo hasta hice que me escoltase la policía hasta la salida de Santa Elena



Además tenía una tiradita por delante, fronteras por medio y eso significaba, pérdida de tiempo asegurada. Como salía relativamente tarde, me quería dar prisa para llegar antes de que anocheciese.

Llegando a México

Los trámites en la frontera fueron sencillos. Como siempre, el sellado del pasaporte en Guatemala fue a la velocidad de la luz, y otra vez que me tocó un agente de aduanas comiendo. En vista de que el tipo no estaba, aproveché para ir adelantando los trámites mexicanos.  Haciendo esos trámites me he llevado un par de sorpresas no muy gratas. En primer lugar, he de decir que sin duda los mexicanos tienen los funcionarios fronterizos y de aduanas más simpáticos con los que he dado en todo este viaje. Encantadores los dos, no como el del control fitosanitario, que era para haberle dado con una lechuga en la cabeza. El caso es que para entrar en México, si te vas a quedar más de 5 días, tienes que pagar una tasa de 35$. Sinceramente, manda huevos que, encima de que vienes a dejarte la pasta aquí, te cobren por estar. No lo entiendo. Como soy un vengativo asesino, tomaría nota de los países que cobran por entrar en su país y les metía una tasa equivalente por entrar en el nuestro. Qué gracia les iba a hacer!!! Pero como somos tolis, ellos a desplumarnos y nosotros a seguir pagando. La segunda sorpresa del día es que en México, para importar la moto temporalmente, también hay que pagar una tasa de importación de unos 60$. Y no contentos con eso, tienes que dejar un depósito de 400$ hasta que te pires del país. Olé sus huevos!!! financiación gratis de su deuda pública. Menos mal que no me hacen ministro de exteriores. Eso sí, me han metido el clavadón con una sonrisa de oreja a oreja, que cuando estaba pagando, me han dado ganas de decir: - ¿y no me queréis sangrar un poco más? Al final, concluí con los trámites mexicanos, pensé en volver a la aduana guatemalteca a notificar que estaba abandonando el país pero, me dio pereza y abandoné el país de forma ilegal, espero que no soliciten mi deportación. Si un día tengo tiempo cuando vuelva a Madrid lo mismo me paso por el consulado para intentar hacer las cosas bien.

Bienvenido a México
Por fin he llegué a México y he de decir que estaba acojonado. Han sido varias las personas que me han advertido de que México está hecho unos zorros, que hay ultra violencia, que la policía es corrupta, que están los narcotraficantes… vamos que llevo con psicosis desde hace dos semanas. Cuando he pasado el cartel de “Bienvenido a México” me he santiguado y he dicho: -valor y al toro!! Y el valor me ha durado los tres primeros kilómetros hasta que he llegado al primer control militar que me he encontrado. Cuando lo he visto he pensado: - manda huevos, mi felicidad ha durado tres kilómetros, qué vida tan cruel. Cuando me han parado los militares, han empezado con las preguntas de rigor. De dónde soy, de dónde vengo, dónde voy… luego han empezado con las otras preguntas de rigor que no dejan de hacerme, todo miembro de las fuerzas de seguridad del estado que me he encontrado en este viaje, y esa pregunta es: - - ¿cuánto cuesta la moto? Evidentemente pongo cara de póker, digo que no sé, que la compré de segunda mano, digo el precio en euros… pero ellos insisten: - ¿y cuánto es eso en dólares? Siempre digo una cantidad irrisoria unida a la frase:  -es que en España las motos son muy baratas… esperando que carguen el arma, me peguen un tiro a quemarropa, se queden la moto y tengan sobresueldo por un año o dos. Pues hoy, más de lo mismo. Cuando me han dicho que me bajase de la moto he pensado: -hasta aquí hemos llegado. Me han hecho abrir una de las maletas y una vez más, han empezado con las preguntas de rigor, que nunca he entendido porqué siempre les encanta hacerlas a los agentes chusqueros de turno, y que son del tipo: - ¿y llevas hachís? A ver, pringao, si llevase hachís o medio kilo de pastillas, no te lo iba a decir a ti que lo llevo, con esa cara de pánfilo, habría entrenado para mentirle vilmente a un agente de la DEA así que imagina a un pelao como tú. Pues siempre les encanta hacer ese tipo de preguntas chorras. Yo por supuesto, he bromeado para intentar bajar mi estado de nervios pero seguía y no lograba hacerlo. Mientras tanto, los tres soldados que allí estaban, dos peluquis y un mando, siguiendo con las preguntas de cuánto cuesta, a cuánto la pones, etc. Cuando me han hecho echarme a un lado para dejar pasar a los coches que estaban detrás, ha sido cuando he pensado: - va a ser aquí, detrás de la garita. No pretendo sonar cómico porque de veras que estaba acojonado. Con la cantidad de veces que me han dicho que México es peligrosísimo, mi grado de psicosis era tal, que no me he desmayado no sé muy bien porqué. Cuando el mando me ha preguntado si se podía subir a la moto para sacarse una foto, me he relajado un poco aunque por otro lado he pensado:  - este quiere probársela antes de llevársela!!! Se ha subido, se ha hecho sus fotos y luego para ir de colega súper colega, le he preguntado si podría hacerme yo una con él. No ha puesto muchas pegas y aquí está la prueba del delito.

Con las fuerzas de la ley
Después del book fotográfico, me han hecho abrir la otra maleta, más preguntas sobre precios y finalmente me han dejado ir. Mira que la situación no ha sido tensa ni mucho menos en ningún momento, pero creo que me he subido a la moto con tembleque de piernas, de lo que es capaz la sugestión.

Taller mexicano
Escapado del control militar, me las prometía muy felices hasta que a unos 20 o 30 kilómetros, me ha parado una pareja de la policía estatal. He empezado a acordarme de que la policía trabaja para el narco, que esto, lo otro… otra vez que me he visto tirado en la cuneta. Los agentes nada más parar, me han dado los dos la mano, parecían muy sonrientes, otra vez las preguntas de rigor y cuando me ha pedido los datos para escribirlos en un papel en blanco que se han sacado de la chistera, he pensado: - ¿y para qué apuntan mis datos en ese papel y no en uno oficial? Otra vez acojono en todo lo alto, y cuando me han dicho que unos kilómetros más adelante había otro control y que los de allí ya sabían que iba a pasar, otra vez que casi me desmayo. Para bajar la tensión le he preguntado cómo se iba a Palenque, que cuanto se tardaba… todo para confraternizar con ellos y que luego les costase más pegarme el tiro de gracia. Uno de ellos, cuando por no sé qué razón he dicho “vale” ha dicho: - mira, si habla igual que en la novela que estamos viendo!!! Ha sido entonces cuando no he dejado de repetir “vale” hasta cuando no venía a cuento. Me ha faltado decir que era el guionista de la novela, que estaba de viaje buscando la inspiración, y que sin guionista no hay novela… a ver si lo pillaban. Otra vez muy amables, me han deseado buen viaje y otra flojera que me ha entrado cuando he continuado.

Hasta llegar a Palenque he tenido que pasar tres controles militares y uno de la policía, y cómo iba pasando “pantallas” como en Mario Bros., me he ido relajando, sobre todo me he ido “des-sugestionando” y al final creo que al último he llegado hasta relajado. Insisto en que aunque puedo estar escribiendo esto con un tono jocoso, he estado acojonado todo el tiempo. A mi sugestión negativa no ha ayudado que uno de los policías, cuando le he preguntado qué carretera coger para ir a Palenque, me ha dicho que esta y no esa, porque era una carretera más transitada y estaba más controlada. Lo que me faltaba por oír.

Al final he llegado a Palenque, a pesar de las múltiples controles militares y de los malditos túmulos (lo que yo siempre he llamado badén) que hay en la carretera. No puede haber más y no pueden ser más coñazo. He llegado justo anocheciendo con lo que estoy muy contento.




Por último me gustaría saber una cosa. Hoy he preguntado a bastantes personas cómo y por dónde llegar a Palenque y también, y más importante, cuánto iba a tardar. Sinceramente alucino con la ignorancia de muchos o su osadía, en dar una respuesta que no saben, pero eso sí, te la dan. Me han llegado a decir que iba a tardar ocho horas en hacer un trayecto que he hecho en tres, y ya como colofón, al último militar al que he preguntado, me ha dicho que faltaban  dos horas cuando pasados 100m, he visto una señal que ponía: Palenque 42km. El militar este, cuando me ha visto montado en la moto ¿qué ha pensado?, ¿que me iba a bajar y me iba a ir corriendo? o ¿es que no tenía ni idea de lo que le estaba preguntando? De veras no lo entiendo. Es igual, es una cosa mía.

Etapa del día


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