Si ayer no tuve suficiente mundo maya con la
visita a Tikal, hoy tocaba visita a Palenque. Más de lo mismo, ruinas mayas
otra vez pero esta vez en México. Hoy no hubo súper madrugón, pero como me metí
relativamente pronto en la cama, pues estaba muy cansado, abrí el ojo con la
fresca. Cuando ya me puse en marcha, corriendo otra vez a ver pirámides. Aunque
me había quedado en un hostal pegado a la entrada de las ruinas, me recomendó
el de la recepción que me acercase hasta la puerta en la moto, pues el camino
hasta la puerta real de entrada al recinto, tenía su tela. Efectivamente, era
una cuesta maligna así que teniendo vehículo propio, por qué no usarlo. A pesar
de llegar temprano, cómo se nota que México es un país muchísimo más turístico
que Guatemala. Había montada una romería en la entrada… gorrillas, vendedores
de pirámides y calendarios mayas, de comida y de bebida, guías oficiales y no
oficiales, policía, mirones… Aparqué la moto debajo de una sombra y para la
taquilla que me fui. Me sorprendió que no fue excesivamente cara la entrada, y
una vez con ella en la mano, corriendo otra vez hacia la puerta para evitar las
hordas de turistas que suelen llegar un poco más tarde. Desgraciadamente ya se
me habían adelantado y justo en la puerta había un autobús del que se había
bajado un grupo de turistas. Pasaron todos por delante de mi, y cuando por fin
me cortaron la entrada y estaba a punto de pasar el torno, se me acercó un tipo
con pinta de guía y justo cuando estaba a punto de decirle que no quería uno, me
preguntó: - ¿usted también viene con los del hotel? Y ni corto ni perezoso
dije: -sí! Pues vamos, que empezamos con el tour. Hallábame pues acoplado una
vez más a un grupo guiado sin comerlo ni beberlo. Si bien el guía de ayer no
sabía distinguir un maya de un azteca, el de hoy… no es que fuese el guía más
entusiasta del planeta, reconozco que acabé harto de su tono monótono igual al
del personaje de “las doce pruebas” de los comics de Asterix pero, el tipo
contar cosas, contaba un montón. Además, me metí en el papel y me convertí en
su discípulo más aventajado, y no paré de hacerle preguntas.
Palenque |
Creo que acabó un poco harto de
mi pues le hice más preguntas que en la tesis doctoral. Al igual que hasta ayer
era el mayor ignorante del mundo maya del planeta, después de la sesión de hoy,
soy capaz de leer los jeroglíficos donde se cuentan las hazañas de K'inich Janaab' Pakal. La visita fue de unas tres horas, y cuando estábamos a punto de
concluir, el guía me preguntó si le había entregado el voucher. Le dije que por
supuesto, pero eso fue una señal para poner en práctica el viejo truco de
quedarse rezagado haciendo que sacas una foto y poner pies en polvorosa.
Foto previa a la huída |
Salí zumbando del
recinto escondiéndome entre arbusto y arbusto como los personajes de los
dibujos animados. Logré dar esquinazo a mi grupo y cuando llegué a la moto tuve
un pequeño enganchoncillo con un gorrilla local. Hace unos días me dijeron en un
comentario que era un “gallego cabreado” y que iba a llegar encabronado a
México. Soy consciente de que algunas de las cosas que cuento son “rocecillos”
con personajes locales, pero habitualmente se producen por la coincidencia
entre mi falta de paciencia y la pachorrita habitual que se gastan por aquí. En
lo que sí me reconozco pulgosón, como ya he dicho en una ocasión, es en que me
tomen por tonto y sobre todo con el pensamiento habitual de que los turistas
son gilipollas y nosotros los locales no. El caso es que yendo hacia la moto,
justo al lado había una papelera y me fijé que colgando mitad dentro mitad
fuera había un trapo rojo. Me vino al pelo porque andaba buscando hacerme con
un trapo para cuando engraso la cadena o hago alguna chapuza, y me vino Dios a
ver. Como era más grande de lo que yo quería, lo partí por la mitad, me quedé
con una parte y tiré a la basura la otra. En lo que quitaba el candado, me ponía
el casco, etc. se me acercó un paisano y preguntó “al aire”, dirigiéndose a mi,
si había cogido el trapo que estaba en la papelera. Le dije que sí y me dijo
que el trapo era suyo. Le pedí disculpas
por haber cogido el trapo, le expliqué que andaba buscando uno y como lo vi
tirado en la papelera lo cogí. Me dijo que no estaba tirado en la papelera sino
que lo había dejado secando. Le dije que quizás no era el mejor sitio para
dejar el trapo, le volví a pedir perdón, me ofrecí a devolverle la mitad del
trapo que me había quedado y entonces el tipo se creció. Me dijo que era su
herramienta de trabajo (al parecer lo utilizaba para secar los coches que limpiaba
en el aparcamiento), que se lo había roto y se lo tenía que pagar. Entre
perplejo y medio ironizando le pregunté cuanto tenía que darle y me soltó que
le tenía que dar 100 pesos (6,64€). Eso fue la gota que colmó el vaso. Es
curioso como hay cosas, detalles, que hace que de estar tranquilo pases a no
estarlo y su petición me hizo saltar. Sé que escribiendo esto voy a parecer una
vez más, un cascarrabias insoportable y que estoy hasta el moño de esto, de los
diversos personajes locales y de su madre, pero ni mucho menos. Por lo general,
el 99% de la gente con la que me cruzo es encantadora pero no sé porqué me
afectan tanto ese 1% de toca pelotas. El caso es que cuando me dijo lo de los
100 pesos, le mandé al carajo, le volví a preguntar si pensaba que los turistas
éramos idiotas y le volví a mandar al carajo. En esto que se acercó un amigo
suyo gorrilla para aportar su granito de arena y recibió doble ración de
mandada al carajo. No llegó, ni mucho menos, la sangre al río pero al final me
quedé frustrado porque pretendo impartir una especie de justicia divina que ni
existe y que de hacerlo, los tipos estos, pasados cinco minutos volverían a
hacer los mismo con el próximo turista con el que se encontrasen, así que a ver
si escarmiento y empiezo a ser inmune a su comportamiento.
Menos mal!!! |
Hoy en teoría la
etapa no era muy larga así que me lo tomé con calma. Como no todo me podía
salir bien, tenía programada otra visita en el día, que consistía en ir a
visitar un lugar llamado Cascada de Agua Azul pero se me fastidió el plan. Tanto
Palenque como la cascada en cuestión, están en el estado mexicano de Chiapas, y
aunque yo pensaba que el tema del subcomandante Marcos y el ELZN eran cosa del
pasado, parece ser que no. Todo Chiapas está plagado con carteles zapatistas, y resuelto, resuelto yo no lo he
visto.
Chiapas zapatista |
De hecho, debido a que se habían caneado los zapatistas con la policía,
la carretera a la Cascada Azul estaba cortada y no tuve posibilidad de
acercarme a verla.
Hoy,
durante mi excursión he tenido una revelación. Y esa revelación ha sido que o
cambian mucho las cosas o voy a intentar dejar México lo antes posible. ¿Y por
qué lo hago? No es por la sugestión que tengo de que México es un país
peligrosísimo y de la que aún no me he podido sobreponer, no es porque los
mexicanos sean insoportables pues más bien diría que compiten con los
colombianos en cuanto a afabilidad con el turista, y no es porque no me esté
gustando, pues lo que he visto hasta ahora me ha encantado. Lo voy a hacer
porque hay algo a lo que no puedo sobreponerme y es la cantidad de badenes,
túmulos, vibradores o cómo quieran llamarlos que hay en las carreteras
mexicanas.
Vibradores |
Es insoportable transitar por estas carreteras. Hoy he hecho 230
kilómetros en cinco horas, eso es a una media de 46km/h y si fuese porque la
carretera es de tierra o es mala y tienes que ir un poco más despacio, pasa,
pero no, es por la cantidad de badenes que hay constantemente en la carretera y
que te hacen detenerte prácticamente para poder pasarlos, sin joder
la moto o sin caerte. Y es realmente insoportable tener que estar arrancando
una y otra vez para 100 metros más adelante, tener que volver a parar.
En los
230 kilómetros que he hecho hoy, no exagero si he pasado unos 300 badenes.
Algunos eran pequeñitos pero la gran mayoría son grandes y tienes que parar sí
o sí, pues son como subirse a un bordillo. De veras que es exasperante. Puedo
entender que haya uno a la entrada de un pueblo, a la salida, uno a la mitad,
pero en un pueblo que cruza la carretera y que no tendrá más de 500 metros de
largo, hay cinco, seis o siete badenes.
Señal de topes |
Y ya no sólo es que los haya en los
pueblos, es que están en medio de la carretera sin venir a cuento, en un recta
sin nada, te puedes encontrar uno, además sin indicar y la atención que tienes
que llevar es extrema. E insisto que no es ir despacio lo que me mata, es tener
que arrancar y frenar 300 veces en 200
kilómetros. Y no es que se tratase de una carretera secundaria chunga, no, era
una carretera nacional principal que une ciudades importantes. Hoy han sido 200
kilómetros pero no quiero imaginar lo que puede ser cruzarse toda la Baja
California (son unos 1.650km) en ese plan. Ni de coña, así que o cambian mucho
las cosas o mañana agarro autopista y salgo de México en línea recta lo antes
que pueda. Preferiría no hacerlo, pues prefiero ir por México a tener que ir
por EE.UU, más que nada por lo peculiar del sitio pero hoy he acabado tan harto
que he tomado esa decisión. Al carajo mi itinerario inicial, mi itinerario
alternativo y me voy a EE.UU dónde tengo la certeza absoluta de que no hay un
solo badén, de la frontera hasta mi destino final. De veras me fastidia pero…
al menos mi madre va a estar muy contenta.
Para acabar bien el día y no quedarme con mal sabor de boca, terminé en San Cristóbal de las Casas. Ciudad con un centro histórico curioso, no es Venecia pero está bien y es muy animado. Además tiene unos puestecillos dónde venden estos vasos de mango pealado por 0,92€, así me he puesto... morado!!!
Viva el mango!!! |
Me parece muy curiosa la resignación de algunos países a las golferías que cometen sus políticos. Claro ejemplo es Argentina y otro es México. Ellos no se quejan, lo llevan con resignación, nosotros nos quejamos y ellos siguen robando sin excepción.
Qué verdad tan grande |
Tu paso por Chiapas me ha recordado mi viaje de hace unos años. Hace casi una década pero aún me acuerdo con horror de los dichosos "topes". Y eso que nosotros íbamos en coche, en moto debe ser mucho peor! Por cierto, yo también tengo una foto con un policía militar; a mi padre casi le da algo cuando le dije que teníamos que ir escoltados porque aquello era peligrosísimo... (Era mentira, el tipo le pidió al conductor de la furgoneta de nuestro tour que le acercáramos a Palenque). A mí México me encantó, así que aunque pretendas estar lo mínimo posible, espero que disfrutes lo que veas, que hay mucho que merece la pena. Ándale, ándale! ;D
ResponderEliminarLo de los badenes es para cortarse las venas, ya lo viviste tú, en moto, en coche o en pony!!!
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