Me
las prometía yo muy felices cuando mis amiguitos se fueron a su camarote y me
quedé con tres asientos para mi. Desgraciadamente no había reparado en que uno
de los apoya brazos ni se bajaba ni se subía del todo, sólo se quedaba a la
mitad, con lo que para poder acoplar mi algo más de uno ochenta en dos trozos, de
unos ochenta centímetros el primero y cuarenta el segundo, tuve que practicar
verdaderos ejercicios de contorsionismo. Me he despertado con la chepa como la
del jovencito Frankenstein y el cuello como el de Stephen Hawkins, pero lo
importante era ocupar los tres asientos de la manera más eficiente.
El
término noche toledana se queda corto para definir lo que yo acuñaría como
“noche mexicana”. Iluso de mi, cuando pensé que llegada “la hora de dormir”, la
televisión se apagaría, las luces se atenuarían y podría descansar plácidamente
en mi posición pseudo fetal mezcla de posición de caja de mago. Pues no, me
equivocaba. La televisión ha estado encendida toda la noche, por supuesto a
todo volumen, y con las luces a todo meter como si me estuviese haciendo un
interrogatorio la Stasi. Menos mal que fui previsor y me cogí mis taponcitos
para los oídos y el forro polar por si hacía frio. Casi muero achicharrado, la
temperatura de esa sala debía de rondar los 200°, pero el forro me vino de
perlas para taparme los ojos y líbrame así de las luces halógenas que
taladraban mis retinas. Otro concepto que no parecen tener claro los paisanos
es que, si hay gente durmiendo, lo suyo, aunque estés viendo una película a 500
decibelios, es que los comentarios los hagas en voz bajita y no a grito pelado
con tu compañero de butaca que tienes al lado. Pues no, me da a mi que los
mexicanos, al menos los de este ferry, se saltaron el capítulo de Barrio Sésamo
de “Grito y Susurro”. He de decir que me costó un poco dormirme, no entiendo
muy bien el porqué, pero cuando lo hice,
a pesar de las ciento treinta y dos veces que me desperté, dormí bastante bien.
Al final uno se acostumbra a todo.
Vacaciones en el mar |
Otra
de las cosas que no me contaron cuando ayer compré el billete del ferry, es que
en teoría el ferry llegaba a las 9 de la mañana y cuando esta mañana en torno a
las 7 me acerqué por la cafetería a ver si quedaba algo de bollería fina y un
poco de café colombiano, me enteré de que la hora real de llegada serían las 12
del medio día.
Desayuno |
Llegamos
por fin a La Paz, y como los últimos serán los primeros en el reino de los
cielos, adivina quién fue el primero en abandonar el barco (a parte de las
ratas…) Tuve pole position, lo que me ahorró un tiempecito en el puerto pues al
salir tocaba otra vez control militar, revisión de equipaje, paso por rayos X
(o al menos eso ponía el cartel) y pago final de tasa portuaria.
Puerto de La Paz |
Mi
destino de hoy era el Cabo San Lucas. La verdad es que me ha decepcionado un
poco. El sitio no está mal pero una vez más me esperaba el típico pueblecito
bucólico de pescadores mexicanos, con una playa espectacular, un par de
restaurantes en el puerto donde cenar pescado del día y lo que me he encontrado
es con un mega complejo de hoteles, centros comerciales y locales, íntegramente
destinados al público norteamericano.
Marina Cabo San Lucas |
Me
he ido a dar una vuelta para ver un poco el sitio y mi idea era ir a visitar el
famoso arco de piedra que sale en absolutamente todas las fotos del Cabo San
Lucas. Pensaba que estaba en la playa pero para ir a verlo hay que coger un
barquito sí o sí. Cuando he ido a enterarme de dónde se cogían, lo que
costaban, etc., me he enterado que aquí están el pleno “spring break” de
universitarios americanos, y el pueblo está tomado por ellos. Habitualmente se
puede ir a visitar el famoso arco es unos barquitos que tienen el fondo de
cristal pero por la hora que era, me habían dicho que la única posibilidad era
ir en unos barcos-party que ofrecían barra libre y música non-stop para ir a
ver la puesta de sol. La verdad es que el plan era atractivo, siempre quise
tener mi propio “spring break” como en las películas, pero cuando he llegado a
la zona desde dónde zarpaban, ha sido demasiado. El descojono que allí había
era alucinante, ya iban todos cargaditos hasta las cejas, y no hay cosa peor
que ir a una fiesta dónde tus amigos están como piojos y tú estás como si te
hubieses levantado de la siesta. Si además les sacas veinte años y no son del
todo tus amigos… He buscado una alternativa, estaba seguro de que tenía que
haber un medio para visitar la zona que fuese para octogenarios como yo y
finalmente, con mis dotes de perro trufero, lo he encontrado. Me han llevado
por un módico precio a ver el arco y las foquitas que por allí pululaban así
que, misión cumplida.
Cabo San Lucas |
Después
de la visita turística, más paseo por la marina de Cabo San Lucas, cientos de
bares y tiendas para guiris como los que puedes encontrar en cualquier lugar de
la costa española y en general poca autenticidad mexicana. De hecho, como me ha
dicho un camarero donde me he estado tomando una cerveza, los mexicanos aquí no
vienen.
Ya
en el hotel, y el jari que hay aquí montado, tela marinera. Tengo dos opciones,
o me pongo otra vez los taponcitos e intento dormirme a pesar del jaleo, o me
lío la manta a la cabeza e intento mimetizarme con los colegas. Y que mejor
forma de hacerlo que hacer un poco de balconing desde mi habitación. Es un
primero, no creo que me rompa la crisma y seguro que a las universitarias
americanas les voy a impresionar, van a decir: - mira, si es uno de los abuelos
de Cocoon!!!
La etapa del día |
Hola Álvaro. Veo que las cosas van bien. Y a pesar de que en el camino vayan surgiendo algunos inconvenientes, siempre se pueden resolver. Creo que has escogido una buena ruta camino de los EEUU y por lo que cuentas, ya se nota su proximidad. Ánimo que ya va quedando menos camino. Un fuerte abrazo desde Valladolid.
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