jueves, 26 de marzo de 2015

26 de marzo de 2015 – La Paz – Cabo San Lucas – 181km – 3h

Me las prometía yo muy felices cuando mis amiguitos se fueron a su camarote y me quedé con tres asientos para mi. Desgraciadamente no había reparado en que uno de los apoya brazos ni se bajaba ni se subía del todo, sólo se quedaba a la mitad, con lo que para poder acoplar mi algo más de uno ochenta en dos trozos, de unos ochenta centímetros el primero y cuarenta el segundo, tuve que practicar verdaderos ejercicios de contorsionismo. Me he despertado con la chepa como la del jovencito Frankenstein y el cuello como el de Stephen Hawkins, pero lo importante era ocupar los tres asientos de la manera más eficiente.

El término noche toledana se queda corto para definir lo que yo acuñaría como “noche mexicana”. Iluso de mi, cuando pensé que llegada “la hora de dormir”, la televisión se apagaría, las luces se atenuarían y podría descansar plácidamente en mi posición pseudo fetal mezcla de posición de caja de mago. Pues no, me equivocaba. La televisión ha estado encendida toda la noche, por supuesto a todo volumen, y con las luces a todo meter como si me estuviese haciendo un interrogatorio la Stasi. Menos mal que fui previsor y me cogí mis taponcitos para los oídos y el forro polar por si hacía frio. Casi muero achicharrado, la temperatura de esa sala debía de rondar los 200°, pero el forro me vino de perlas para taparme los ojos y líbrame así de las luces halógenas que taladraban mis retinas. Otro concepto que no parecen tener claro los paisanos es que, si hay gente durmiendo, lo suyo, aunque estés viendo una película a 500 decibelios, es que los comentarios los hagas en voz bajita y no a grito pelado con tu compañero de butaca que tienes al lado. Pues no, me da a mi que los mexicanos, al menos los de este ferry, se saltaron el capítulo de Barrio Sésamo de “Grito y Susurro”. He de decir que me costó un poco dormirme, no entiendo muy bien  el porqué, pero cuando lo hice, a pesar de las ciento treinta y dos veces que me desperté, dormí bastante bien. Al final uno se acostumbra a todo.

Vacaciones en el mar
Otra de las cosas que no me contaron cuando ayer compré el billete del ferry, es que en teoría el ferry llegaba a las 9 de la mañana y cuando esta mañana en torno a las 7 me acerqué por la cafetería a ver si quedaba algo de bollería fina y un poco de café colombiano, me enteré de que la hora real de llegada serían las 12 del medio día.

Desayuno

Llegamos por fin a La Paz, y como los últimos serán los primeros en el reino de los cielos, adivina quién fue el primero en abandonar el barco (a parte de las ratas…) Tuve pole position, lo que me ahorró un tiempecito en el puerto pues al salir tocaba otra vez control militar, revisión de equipaje, paso por rayos X (o al menos eso ponía el cartel) y pago final de tasa portuaria.

Puerto de La Paz

Mi destino de hoy era el Cabo San Lucas. La verdad es que me ha decepcionado un poco. El sitio no está mal pero una vez más me esperaba el típico pueblecito bucólico de pescadores mexicanos, con una playa espectacular, un par de restaurantes en el puerto donde cenar pescado del día y lo que me he encontrado es con un mega complejo de hoteles, centros comerciales y locales, íntegramente destinados al público norteamericano.

Marina Cabo San Lucas

Me he ido a dar una vuelta para ver un poco el sitio y mi idea era ir a visitar el famoso arco de piedra que sale en absolutamente todas las fotos del Cabo San Lucas. Pensaba que estaba en la playa pero para ir a verlo hay que coger un barquito sí o sí. Cuando he ido a enterarme de dónde se cogían, lo que costaban, etc., me he enterado que aquí están el pleno “spring break” de universitarios americanos, y el pueblo está tomado por ellos. Habitualmente se puede ir a visitar el famoso arco es unos barquitos que tienen el fondo de cristal pero por la hora que era, me habían dicho que la única posibilidad era ir en unos barcos-party que ofrecían barra libre y música non-stop para ir a ver la puesta de sol. La verdad es que el plan era atractivo, siempre quise tener mi propio “spring break” como en las películas, pero cuando he llegado a la zona desde dónde zarpaban, ha sido demasiado. El descojono que allí había era alucinante, ya iban todos cargaditos hasta las cejas, y no hay cosa peor que ir a una fiesta dónde tus amigos están como piojos y tú estás como si te hubieses levantado de la siesta. Si además les sacas veinte años y no son del todo tus amigos… He buscado una alternativa, estaba seguro de que tenía que haber un medio para visitar la zona que fuese para octogenarios como yo y finalmente, con mis dotes de perro trufero, lo he encontrado. Me han llevado por un módico precio a ver el arco y las foquitas que por allí pululaban así que, misión cumplida.

Cabo San Lucas

Después de la visita turística, más paseo por la marina de Cabo San Lucas, cientos de bares y tiendas para guiris como los que puedes encontrar en cualquier lugar de la costa española y en general poca autenticidad mexicana. De hecho, como me ha dicho un camarero donde me he estado tomando una cerveza, los mexicanos aquí no vienen.

Ya en el hotel, y el jari que hay aquí montado, tela marinera. Tengo dos opciones, o me pongo otra vez los taponcitos e intento dormirme a pesar del jaleo, o me lío la manta a la cabeza e intento mimetizarme con los colegas. Y que mejor forma de hacerlo que hacer un poco de balconing desde mi habitación. Es un primero, no creo que me rompa la crisma y seguro que a las universitarias americanas les voy a impresionar, van a decir: - mira, si es uno de los abuelos de Cocoon!!!

La etapa del día

1 comentario:

  1. Hola Álvaro. Veo que las cosas van bien. Y a pesar de que en el camino vayan surgiendo algunos inconvenientes, siempre se pueden resolver. Creo que has escogido una buena ruta camino de los EEUU y por lo que cuentas, ya se nota su proximidad. Ánimo que ya va quedando menos camino. Un fuerte abrazo desde Valladolid.

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