Por
malo y por no dejar de poner a caldo a Argentina, se ha vengado de mi. Lo que
debía ser una etapa corta y apacible se ha convertido en un verdadero infierno.
Como no tenía que hacer muchos kilómetros me lo tomé con calma y hasta las
10:00 no estuve montado en la moto. Entre que necesitaba cambiar algo de dinero
y eché gasolina casi hasta las 11:00 no estaba saliendo del pueblo.
El
principio de la excursión fue realmente chulo. A unos 20 kilómetros de Cafayete
hay un lugar llamado Quebrada de las Conchas realmente bonito.
La carretera pasa por un valle y a ambos lados hay unas montañas de color rojizo espectaculares. Me paré 700 veces a sacar otras 40 millones de fotos. Son casi 100 kilómetros muy, muy bonitos, casi me atrevería a decir que de lo más bonito que había visto hasta ahora, puede también ser porque nunca había visto una cosa semejante. El día empezaba bien.
La carretera pasa por un valle y a ambos lados hay unas montañas de color rojizo espectaculares. Me paré 700 veces a sacar otras 40 millones de fotos. Son casi 100 kilómetros muy, muy bonitos, casi me atrevería a decir que de lo más bonito que había visto hasta ahora, puede también ser porque nunca había visto una cosa semejante. El día empezaba bien.
Quebrada de las Conchas |
Llevaba
casi tres horas parado cuando aflojó un poco y pensé, es el momento, estás son
las últimas gotas, así que me puse en modo “semi-agua” (hacía calor así que
solo me puse el chubasquero encima del traje que lo llevaba en modo calor),
gracias al cielo las botas katiuskas!!! y arranqué. Anduve unos kilómetros, no parecía que llovía
mucho pero… me engañó. De repente empezó a caer agua otra vez como en el
diluvio universal. Pensé en parar para o bien esperar un rato más o, ponerme en
modo “agua extrema”. Anduve buscando un lugar dónde parar y poder refugiarme
sin mojarme. Pues bien, pasaban los kilómetros y no encontraba un solo lugar
techado donde meterme. Empezaba a calarme (menos mal que no hacia frio) y si
eso no era ya un inconveniente suficiente empezaron los obstáculos. Estaban
cayendo chuzos de punta, la visera del casco entre las gotas y que se me
empañaba no se veía un carajo y a eso se sumó que empecé a tener que “vadear
ríos”. Las carreteras argentinas, o al menos las de esta zona, tienen constantes
badenes por los que cuando llueve pasan torrentes de agua. En vez de construir
puentes que los salven hay decenas y decenas de badenes que pasan por encima de
ríos secos que cuando llueve se convierten en torrenteras. De la cantidad de
agua que estaba cayendo, todos los badenes estaban inundados. Algunos con un
poco de agua y otro con verdaderos ríos (evidentemente no son el Mississipi).
Iba delante de mí un VW Polo y era él, el que me servía de referencia para ver
el río que había que cruzar. Como digo,
algunos eran charcos grandes, pero en otros fácil había 20 o 30 centímetros de
agua. Hubo un par de ellos que pensé, Dios, como se me pare la moto o me quede
atrancado, la pierdo. Antes de ponerme a pasar me fijaba en si el Polo pasaba.
Como los iba pasando todos pues yo detrás. Por fin se acabaron los badenes,
aunque la lluvia no aflojaba. Llegué a Salta, paré en una gasolinera, eché
gasolina y me puse finalmente en modo agua extrema. El problema es que ya
estaba empapado, me había entrado agua en la bota izquierda y notaba como el
pie estaba sumergido en agua y los guantes estaban completamente empapados. Aún
me quedaban unos 130 kilómetros y me dije, cuanto antes salgas, antes llegas,
antes te secas y antes todo. Así pues arranqué de nuevo y a tirar millas. No
dejó de llover en los 130 kilómetros. Fue una lástima porque hice un tramo de
carretera precioso que une las ciudades de Salta y San Salvador de Jujuy que
era realmente bonito pero que no pude disfrutarlo porque seguía lloviendo a
mares. Tiré, tiré y tiré, y al final llegué a Maimará. Llegué completamente
empapado, ni traje de agua, ni chubasqueros, ni nada, cuando cae así, es como
si te meten en la lavadora. Lo peor es que este pueblo está a unos 2.000m y con
el tema de la altura al final empezó a hacer frío y además de mojado me quedé
un poco helado. Al menos tuve la recompensa de que cuando llegué, el hostal en
el que me iba a quedar, aunque muy sencillito estaba muy agradable y la ducha
tenía agua ultra caliente. Tardé en entrar en calor pero al final lo hice. Puse
todo a secar y mi temor ahora es que las cosas estén secas para mañana. Está
todo como sacado de la lavadora y en el hostal, calor, calor no hace.
El Hostal de Maimará |
La
tarde la he pasado metido en el hostal. He coincidido con una pareja de una
española y un alemán y hemos estado rajando toda la tarde. Ellos están haciendo
un viaje de un año y me han estado contando sus cositas. El alemán habla poco
pero ella habla un montón así que nos hemos pasado la tarde mano a mano.
Lástima
de veras que haya hecho un día así porque el paisaje hoy quizás era de los más
bonitos y variados que me he encontrado hasta ahora. Eso me pasa por malo, por
andar quejándome todo el rato de si la carretera es un coñazo, que si esto que
si lo otro… Espero que mañana no llueva y que mis cosas estén secas, crucemos
los dedos.
La etapa del día |
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