No todos los días son prolijos en anécdotas. Hoy la verdad es que en ese sentido ha sido un día bastante normalito.
Una vez más mis más firmes intenciones de levantarme pronto se vieron truncadas por la cruda realidad, me quedé remoloneando en la cama. Otro día que en vez de salir a las 8 de la mañana como hace todo el mundo, me habían dado las 10:30 y aún estaba haciendo el mono en la habitación. Finalmente me puse en marcha y para aperitivo me encontré con 100 kilómetritos de ripio nada más salir del pueblo camino de un paso fronterizo llamado Ingeniero Palavichini para cruzar a Chile.
Mi intención es la de subir hacia el norte por el lado chileno. El lado argentino es intragable (como se entere de esto Cristina Kirchner me prohíbe volver a entrar) y por el lado chileno que va metido entre montañas el camino es mucho más entretenido. Así que ripio una vez más (y no iba a ser el último) guanacos cruzando, cuasi atropello de armadillo una vez más y llegada al puesto fronterizo argentino. Papeleo, otra vez ripio hasta el puesto fronterizo chileno, más papeleo y por fin carretera de asfalto y sobre todo curvas, paisaje verde, montañas, árboles… algo distinto a lo que llevo viendo durante casi 10 días. Hoy he hecho parte de lo que llaman la Carretera Austral. Es una carretera que une las poblaciones del sur de Chile, tiene partes de asfalto, partes de ripio, partes que hay que cruzar en ferry… La verdad es que el paisaje es espectacular, montañones, lagos, bosques, cascadas, ríos… muy parecido a los paisajes que te puedes encontrar en los Alpes.
Es el paraíso de los ciclo turistas, si no me he cruzado con un centenar de ciclistas hoy no me he cruzado con ninguno. Venir aquí a montar en bici lo entiendo, lo de los chalados que lo hacen en el otro lado sigo sin entenderlo (también es cierto que hay gente que no entiende que me haya venido aquí a montar en moto y yo lo veo tan normal)
Una vez más mis más firmes intenciones de levantarme pronto se vieron truncadas por la cruda realidad, me quedé remoloneando en la cama. Otro día que en vez de salir a las 8 de la mañana como hace todo el mundo, me habían dado las 10:30 y aún estaba haciendo el mono en la habitación. Finalmente me puse en marcha y para aperitivo me encontré con 100 kilómetritos de ripio nada más salir del pueblo camino de un paso fronterizo llamado Ingeniero Palavichini para cruzar a Chile.
Mi intención es la de subir hacia el norte por el lado chileno. El lado argentino es intragable (como se entere de esto Cristina Kirchner me prohíbe volver a entrar) y por el lado chileno que va metido entre montañas el camino es mucho más entretenido. Así que ripio una vez más (y no iba a ser el último) guanacos cruzando, cuasi atropello de armadillo una vez más y llegada al puesto fronterizo argentino. Papeleo, otra vez ripio hasta el puesto fronterizo chileno, más papeleo y por fin carretera de asfalto y sobre todo curvas, paisaje verde, montañas, árboles… algo distinto a lo que llevo viendo durante casi 10 días. Hoy he hecho parte de lo que llaman la Carretera Austral. Es una carretera que une las poblaciones del sur de Chile, tiene partes de asfalto, partes de ripio, partes que hay que cruzar en ferry… La verdad es que el paisaje es espectacular, montañones, lagos, bosques, cascadas, ríos… muy parecido a los paisajes que te puedes encontrar en los Alpes.
Es el paraíso de los ciclo turistas, si no me he cruzado con un centenar de ciclistas hoy no me he cruzado con ninguno. Venir aquí a montar en bici lo entiendo, lo de los chalados que lo hacen en el otro lado sigo sin entenderlo (también es cierto que hay gente que no entiende que me haya venido aquí a montar en moto y yo lo veo tan normal)
El
día ha ido bastante bien hasta los último 100 kilómetros que me he vuelto a topar
con una carretera de ripio y han sido realmente largos. Además de que estaba ya
cansado, la carretera estaba en muy mal estado, había obras por todos los lados
(están cambiando el ripio por asfalto y están liando la de dios) Entre el
cansancio y el estado de la carretera he estado a punto de darme un galletón
bueno, no sé como lo he salvado porque ya me veía incrustado contra el suelo.
A la llegada al hotel, que para mi ha sido como cuando uno avista un oasis en medio del desierto, he coincidido con un par de chilenos, un padre y un hijo que también están viajando en moto. Ellos están haciendo la Carretera Austral entera de norte a sur. Después de descargar las cosas, de ducharme, etc. hemos quedado a tomar una cerveza en el bar del hotel, nos hemos puesto a hablar, hablar, hablar, hemos cenado juntos y no hemos dejado de contarnos batallas de mira lo que me pasó en esta curva, mira lo que me pasó en esta otra. La verdad es que los dos eran encantadores, me han dado unos cuantos consejos para cuando vaya hacia el norte (ellos son de allí) y lo más importante de todo es que me han corroborado mi idea de que estas motos son muy bonitas, muy fardonas pero cuando se pone la cosa chunga... malo. Y mira que sus motos eran unos motarrones, con ruedas de tacos super racing, con controles electrónicos de estabilidad, de suspensión, abs desconectable... todo pa' ná. A ellos también se les entierra la moto cuando cogen "ripio asesino" y tienen la sensación de que el leñazo está a la vuelta de la esquina. También han despejado una de mis dudas. Había oído que si le quito presión a las ruedas iría mucho mejor que con la presión habitual que llevo para ir por carretera. Yo no lo he hecho primero por vago y segundo porque si las bajo de presión luego es difícil encontrar una gasolinera donde funcione el manómetro para hincharlas a la presión correcta. Así que, la misma presión para todos los terrenos. Pues bien, ellos bajan, suben, quitan, ponen y van como el culo igual. Así que seguiré con mis presiones, seguiré patinando y seguiré jugándomela en el el ripio asesino.
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Mañana más
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