jueves, 19 de febrero de 2015

17 de febrero de 2015 – Puno – Cabanaconde – 414km – 6h

Día completito el de hoy, ha tenido de todo. Amanecí en Puno y mi plan era visitar por la mañana el Lago Titicaca y por la tarde carretera y manta para acabar en el Cañón del Colca.

Lo malo del turismo masivo es que explota en exceso los lugares y muchos de ellos pierden de alguna manera su autenticidad. Hoy he visitado las Islas Uro que son unas islas que están frente a la ciudad de Puno y que tienen la particularidad de ser islas artificiales hechas de totora (en castellano de toda la vida… juncos)

Ayer contraté un tour en una de las 10.000 agencias que hay desperdigadas por todo Puno en la que ofrecían una visita guiada a las islas de marras, con explicación, folklore y “bonding with locals” incluido. A las 9 de la mañana pasaron a buscarme y junto con otras 15 personas nos llevaron al puerto de Puno. Allí nos metieron en una barcaza en la que no faltó como introducción un tipo oriundo de la zona que con una guitarrita y una zampoña nos amenizó el embarque con unas cuantas canciones andinas. Acabó el embarque, acabó la función, pidió la propina correspondiente y a la embarcación de las 9h30 que se fue raudo y veloz. Camino de las islas, el guía, que era para matarlo, ha dado un somera explicación de las dimensiones del lago, del origen del nombre, de los ríos que lo alimentan y por el que desagua, además de la diversa fauna que lo  habita. Esa misma explicación la ha dado en inglés y la verdad es que ha sido casi, casi lo mejor de la visita. Ha empezado diciendo que lo sentía pero que estaba empezando con el inglés y luego ha soltado la misma explicación que había hecho en español pero “inglesizando” las palabras. Es difícil de reproducir pero ha sido buenísimo. El chaval intención le ponía pero la madre que lo parió. Hemos llegado a una de las islas y ha empezado el espectáculo. Antes de llegar, la barcaza ha hecho sonar la sirena un par de veces para avisar de que llegábamos y parecía mas bien que era la señal para que los de la isla dijesen: - acción!!! Hemos atracado, nos hemos bajado, luego nos han dado una explicación de cómo construyen las islas y cómo las mantienen que ha estado realmente interesante pero una vez concluido eso ha empezado el show comercial que es infumable. 

Explicación de la construcción de las islas

El fin de todo esto es vender telares, barquitas de totora, colgantitos y marranadas por doquier. Después estaba la posibilidad de navegar en un barca de totora como la del Kontiki de la isla en la que estábamos a la isla principal. Lo que me ha matado ha sido que cuando nos estábamos yendo, las mujeres de la isla nos han despedido cantando la canción: -vamos a la playa, oh, oh, oh, oh, oh!!! Ha sido tan ficticio que daba la sensación que cuando nos hemos ido las mujeres han empezado a decirse unas a otras: - Paquita tía, no he vendido un carajo, a ver ahora con el turno de las 12 y cuando acabe me bajo al Mercadona que no tengo ni huevos, ni leche... Una lástima

Mujeres Uro


Después de la excursión hemos vuelto a Puno, yo a mi hotel, antes de ponerme en marcha he comido algo y a eso de la 2:00 me he puesto en marcha. Hoy mi día en moto se ha caracterizado porque he pasado un frío, sobre todo en la manos, terrible. Para ir de Puno hasta el Cañón del Colca hay que pasar varios puertos de montaña y todos están por encima de los 4.200m y eso se nota. Me ha hecho un tiempo de perros, me ha llovido, me ha nevado, me ha granizado… me ha hecho de todo.




Además el final de la excursión de hoy ha tenido su cosa. Sabía que saliendo tan tarde muy probablemente iba llegar anocheciendo o de noche pero según mis cálculos no iban a ser muchos kilómetros. El problema es que no sabía exactamente cuántos kilómetros iban a ser. Esta mañana, me he dado cuenta con horror de que mi mapa de Perú no se ha venido conmigo. No sé si lo he perdido estando aquí (lo dudo) o si me lo he dejado en Madrid, el caso es que no tengo mapa. Me he comprado uno en una librería pero es malo, malo, malo aunque menos es nada. Las carreteras en Perú están más o menos bien señalizadas pero hay veces que las señales indican un pueblo que está en el camino de tu ruta pero no es el que tú esperas con lo que tener un mapa para saber cuales son los pueblos por los que tienes que pasar ayuda bastante. Otra vez más he tenido hoy un episodio con la gasolina. No ha sido grave porque he aprendido a base de paros cardiacos pero la cosa ha estado ahí, ahí. Después de los setenta puertos de montaña de más de 4.000 metros por fin he llegado al Cañón del Colca. La entrada a dicho cañón se hace por un pueblo llamado Chivay. En teoría al pueblo al que iba yo estaba a unos 40 kilómetros de Chivay. Estaba ya anocheciendo, gasolina para llegar tenía pero cuando llevaba unos 20 kilómetros pasado Chivay me han empezado a entrar dudas de si iba a haber gasolinera en el mi pueblo destino. He empezado a hacer cálculos, en teoría mañana tenía que desandar el camino hasta Chivay y si no hubiese gasolinera en Cabanaconde, la vuelta podía estar muy complicada. El caso es que han aparecido de debajo de una piedra un par de “locals”, he parado y les he preguntado cuánto faltaba para Cabanaconde y si había gasolinera allí. No se han puesto del todo de acuerdo, uno ha dicho que una hora otro que media pero sí estaban de acuerdo en que no había gasolinera. Con todo el dolor de mi corazón me he dado la vuelta, he desandado los 20 kilómetros hasta Chivay, he llenado el depósito y el bidón y he vuelto a ponerme en camino hacia Cabanaconde. Al de la gasolinera le he preguntado cuanto había hasta el pueblo y me ha dicho una hora. Cuando me ha dicho eso he pensado: - una hora para estos paletos que van a dos por hora, yo en la moto en 25 minutos estoy allí.  A todo esto era ya de noche cerrada, he rehecho los 20 kilómetros y cuando llevaba 25 se ha acabado la carretera y ha empezado un camino de tierra. Lo que faltaba. He seguido, he seguido más aún y ahí no había señales de civilización alguna. No se veía un carajo, estaba claro que era un camino que va subiendo por una montaña pero las únicas luces que se veían eran de pueblos en la falda de la montaña y no en el sentido del camino. 



El camino seguía y seguía, cero rastro de civilización, al menos tenía gasolina para volverme en un momento dado (menos mal que me di la vuelta, si llego a estar en precario en semejante camino, me muero fijo) y aunque habían pasado los 40 kilómetros que yo calculaba no había pasado la hora que me había dicho el de la gasolinera. Tomé la determinación de seguir y si a la hora de camino no había encontrado nada me volvía. Pasaban los minutos y ni una puta luz. La noche era cerrada, cerrada y empecé a pensar: -verás tú como se te joda la moto, pinches o te metas un guarrazo, no te saca de aquí ni Dios. Iban ya 58 minutos desde que había dejado la gasolinera y todavía ni rastro de civilización. Veía luces sueltas pero a tomar por saco, claramente como al otro lado del valle. Al final a la hora y un minuto vi por fin las luces de lo que debía ser mi pueblo y a la hora y cinco llegué. Una vez más el “paleto listillo” había sido yo. Cuando he visto las luces he tenido la misma sensación que debió tener Colón cuando avistó tierra. Creo que voy a echar de menos un montón mi mapa de Perú.  

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