Evidentemente
nos todos los días pasan cosas, unos días pasan otros no… El día de hoy era en
la mayor parte uno de esos en los que no pasa nada. Una vez más no me fue posible salir “con la fresca” y hasta las 10:20 de la mañana no estaba encima
de la moto. Como aperitivo 200 kilómetros de ripio, así, en frio. Hay que decir
que si bien lo de ayer fue un infierno, lo de hoy ha estado mucho mejor. La
carretera era, con diferencia, mucho mejor de lo que fue ayer, salvo algún tramo que otro, se iba
bastante bien, y ni la moto ni yo, nos hemos resentido demasiado. He hecho pues una parte de la Carretera Austral y probablemente, como venía bastante quemado de la Pampa
argentina, me ha gustado un montón. Los kilómetros pasan mucho antes cuando vas
viendo montañas, lagos, vaquitas…
Por
enésima vez volví a cruzar la frontera chileno-argentina, otra vez sin
problemas y esta vez un poco más lento porque justo delante llegó un autobús y
hasta que se despacharon a todos los pasajeros tuve que esperar. La espera se
me hizo más amena pues coincidí con un suizo que también viajaba en moto. Otro
“guiri” que habla perfectamente el español, eso sí con un acento francés que
tiraba para atrás. Comentamos nuestras cositas, lo que había hecho el uno, lo
que había hecho el otro… pasó todo el pasaje del autobús y nos tocó a nosotros.
Salimos de las oficinas de la aduana a la vez y cuando llegamos a las motos, le
echó un vistazo a la mía y me dijo:
-
¿Cómo se
llama?
-
Álvaro
-
No, no, la
moto
-
¿La moto? (pensé: - este tío me está vacilando?)
Yamaha Tenéré (lo pone bien grande)
-
No, no, la moto cómo se llama?
Ahí
mi cara se quedó como el emoticono ojiplático.
-
No se llama de ninguna manera, se llama moto.
-
Pero qué es que tú dices?
-
Que se llama moto, que no tiene nombre.
-
Pero tú no
has leído Don Quixote? El caballo se llamaba Rocinant (importante no pronunciar
la e).
Ahí
mi cara fue de: - ya he dado con otro fumao místico de los cojones.
-
Pero es
que tú no sabes que trae mala suerte no ponerle un nombre a la moto?
Ojiplático
otra vez.
-
La mía se
llama Fred!!
-
En serio, Fred? Pero si es una moto, debería
llamarse Freda o algo así no? (me estaba escuchando y estaba pensando: - pero
Álvaro, dónde te estás metiendo)
-
Mais non,
se llamá como tú quierés que se llamé (las tildes no están mal, están para
resaltar el acento francés de mi nuevo amigo suizo)
-
Ah, vaya, pues la mía no se llama de ninguna
manera, lo siento.
-
Pues traé malá suerté.
Viendo
el percal dije: Álvaro, pon tierra de por medio, rápido. Así que me despedí de
mi nuevo amigo místico Stephan y salí zumbando.
Fue
pasando el día y los kilómetros y en un momento dado pensé en hacer una
paradita fisiológica y de paso estirar un rato las piernas. Paré, me bajé de la
moto y vi con ojos de horror que la matrícula de la moto no estaba donde tenía que estar. Hacía unos
ciento y pico kilómetros que no paraba y cuando vi lo de la matrícula di un
alarido tipo: Nooooooooooo!!!!!! En décimas de segundos pensé qué coño iba a
hacer yo ahora, por supuesto volver a buscarla pero... y si no la encontraba? Por
acto reflejo miré hacia atrás y a unos 30 metros vi algo blanco tirado en la
carretera, anduve un poco hacia allá y, ahí estaba mi matricula en el suelo.
Antes de seguir he de decir que el día antes había hecho un apaño en la
matrícula porque con las vibraciones del maldito ripio, se había partido por
donde la sujetan los tornillos y estaba un poco “inestable”. Mi apaño debía
haberla fijado pero evidentemente, no funcionó como yo esperaba. Volviendo al relato, corrí como Usain Bolt a
por la matrícula, no viniese un coche y me la malograse y cuando la recogí me lié a darle besitos de lo contento que estaba de volver a verla. Me acordé
en ese momento de mi amigo Stephan y pensé: Le pongo nombre a la moto en menos
de 30 segundos. Cuando llegué a la altura de la moto me paré a pensar qué
nombre ponerle. Por un momento pensé en volverme a montar y pensarlo por el
camino pero esto había sido una señal, si me montaba sin ponérselo, a la siguiente
curva me comía un guanaco, así que pensé por unos segundos, unos segundos más,
seguía mirando fijamente la moto y de repente me vino a la cabeza “maletitas”.
Así, después de esta señal divina he de anunciar que mi moto, a partir de hoy, se
llama así, “Maletitas”.
Metí
la matricula en la mochila y “Maletitas” y yo emprendimos de nuevo el camino.
Pasé por un pueblo llamado el Bolsón y busqué una ferretería para comprar unas
tuercas y unas arandelas para poder volver a poner la matrícula en su sitio.
Después de esa obra de ingeniería, carretera otra vez para hacer los últimos
ciento y pico kilómetros. Según salí del Bolsón el cielo a lo lejos se veía
negro, negro, súper negro.
Continué unos kilómetros más y en vista de que el tema se ponía cada vez peor hice otra parada técnica, esta vez para ponerme yo en modo lluvia. Equipado e impermeabilizado, otra vez me puse en marcha. Unos 50 kilómetros más tarde di con una caseta de control policial. Hay muchas en Argentina, no sé si coincidiendo con el cambio de provincia o con el de termino municipal, es habitual encontrarse casetas de carabineros que unas veces te paran y otras no. Esta vez me pararon, no para preguntarme que de dónde venía y a dónde iba, si no para decirme que debido a la lluvia había habido desprendimientos, la carretera estaba cortada y no se sabía cuando se iba a reanudar la circulación. Tenía ya reserva en un hotel de Bariloche pero eso no pintaba bien así que estuve esperando un rato hasta que finalmente decidí volverme al Bolsón, pernoctar allí y al día siguiente continuar el camino. Volví al Bolsón, busqué una gasolinera para tener wifi y poder así reservar otra habitación y cancelar la que ya tenía. Cancelé, reservé y al nuevo sitio que me fui. Cuando llegué, me encontré con la desagradable sorpresa de que mi reserva de Booking no valía. A pesar de que el sistema había dicho que sí, cuando me presenté en el hostal no había sitio. Los dueños, muy amables, me dijeron que con lo del corte de la carretera había una especie de saturación en todos los hospedajes del Bolsón y apenas había lugares donde quedarse. Llamaron a varios hostales de alrededor y nada de nada. A los hoteles más “exclusivos” y lo mismo. Finalmente, y como última opción, me dijeron de ir al Camping Patagonia pues allí, además de camping tenían cuartos con literas donde quizás tendrían sitio. Para allá que me fui lo más rápido que pude no fuesen a quitarme la última y por fin conseguí un lugar donde dormir. Salvada la noche a la intemperie, saqué los trastos, los llevé a la habitación y aunque tenía que compartir con otros seis, el cuarto nada tenía que envidiar a los refugios de montaña en los que he estado cuando he ido a hacer excursiones de esquí de travesía. La manta quizás tenía más pulgas pero por lo demás…
Una vez
instalado, me daba pereza irme al pueblo (estaba algo alejado) y pensé que
cenaría en la cafetería del camping. A la cafetería que me fui y cuando entré por la puerta tuve la misma sensación que cuando uno va a una
fiesta de disfraces sin disfrazar. Además del corte de la carretera, se me ha
olvidado mencionar que esta semana en el Bolsón es la semana de la artesanía
popular con lo que la concentración de artesanos, vendedores de velas, tallas
de madera, pulseritas y demás gilipolleces es brutal. A eso le podemos añadir
el congreso mundial anual de juglares perro-flautas con rastas ¿Y dónde se
hospedan todos los artesanos, vendedores y perro-flautas del congreso mundial anual??? En el Camping
Patagonia!!! Cuando me presenté en la cafetería, recién duchadito, con la raya
peinada al medio y mi MacBook Air impoluto debajo del brazo hubo un
silencio generalizado y unas giradas de cuello que a alguno casi le dio un
tirón. En la entrada de la cafetería
había un par de fogatas, manadas de perros asilvestrados, dos tipos con
diávolos, una tipa con cintas cuyos extremos estaban incendiados, otro par más con
pelotitas de esas para hacer malabares… Entré en la cafetería, me pedí una pizza y una cerveza para cenar y me puse a buscar sitio en las
tres mesas corridas que había en lo que podríamos llamar "la terraza". El único
sitio disponible estaba al lado de una chica guapísima con el pelo rapado que estaba sentada junto a un grupito de, llamémoslos “alternatas”, dónde
la voz cantante la llevaba al que bauticé como “Rastitas”. Un maromo de
casi dos metros, grande como un armario empotrado y con unas rastas hasta la
cintura. A su alrededor había otros cinco individuos más, tres chicos y dos
chicas. Les pedí permiso para sentarme (me lo hubiesen negado pero en el
mundo buenrollil la propiedad privada no existe) y allí que me senté. El
ordenador no sabía donde metérmelo, lo camuflé como pude y me puse a esperar a que me trajesen mi pizza. Como
no me puedo estar callado, en vez de meterme la lengua en culo, tuve la
brillante idea de romper el hielo preguntándoles si eran de por aquí. Al
principio todos me miraron con ojitos de: pero este de qué va??? en especial “Rastitas”
que me miraba con cara de pocos amigos. Todos menos la chica del pelo rapado que me preguntó:
Continué unos kilómetros más y en vista de que el tema se ponía cada vez peor hice otra parada técnica, esta vez para ponerme yo en modo lluvia. Equipado e impermeabilizado, otra vez me puse en marcha. Unos 50 kilómetros más tarde di con una caseta de control policial. Hay muchas en Argentina, no sé si coincidiendo con el cambio de provincia o con el de termino municipal, es habitual encontrarse casetas de carabineros que unas veces te paran y otras no. Esta vez me pararon, no para preguntarme que de dónde venía y a dónde iba, si no para decirme que debido a la lluvia había habido desprendimientos, la carretera estaba cortada y no se sabía cuando se iba a reanudar la circulación. Tenía ya reserva en un hotel de Bariloche pero eso no pintaba bien así que estuve esperando un rato hasta que finalmente decidí volverme al Bolsón, pernoctar allí y al día siguiente continuar el camino. Volví al Bolsón, busqué una gasolinera para tener wifi y poder así reservar otra habitación y cancelar la que ya tenía. Cancelé, reservé y al nuevo sitio que me fui. Cuando llegué, me encontré con la desagradable sorpresa de que mi reserva de Booking no valía. A pesar de que el sistema había dicho que sí, cuando me presenté en el hostal no había sitio. Los dueños, muy amables, me dijeron que con lo del corte de la carretera había una especie de saturación en todos los hospedajes del Bolsón y apenas había lugares donde quedarse. Llamaron a varios hostales de alrededor y nada de nada. A los hoteles más “exclusivos” y lo mismo. Finalmente, y como última opción, me dijeron de ir al Camping Patagonia pues allí, además de camping tenían cuartos con literas donde quizás tendrían sitio. Para allá que me fui lo más rápido que pude no fuesen a quitarme la última y por fin conseguí un lugar donde dormir. Salvada la noche a la intemperie, saqué los trastos, los llevé a la habitación y aunque tenía que compartir con otros seis, el cuarto nada tenía que envidiar a los refugios de montaña en los que he estado cuando he ido a hacer excursiones de esquí de travesía. La manta quizás tenía más pulgas pero por lo demás…
Mi suite |
- - Sos
español?
- - Pues sí guapa, de aquí, de Madrid.
- - Ohhh, vos
hablás relindo!!!
Ese
“relindo” creo que a “Rastitas” no le hizo ni puta gracia. El caso es que
en vez de cerrar el pico, que era lo que tenía que haber hecho, seguí rajando. Yo no dejaba de rajar y de dirigirme a la tipa del pelo rapado y ella, erre que erre, a repetir: hablás relindo!!!
Para
intentar reconducir la situación, saqué mi libreta de camaleón y pensé: - ¿cómo me gano yo a “Rastitas” antes de que me arranque la cabeza como una gamba
por sentarme en su mesa y encima levantarle a la parienta? En la mesa había unas
pelotitas de juglar y pregunté: - ¿puedo? La cara que se les quedó a todos
fue de: - ¿pero este de qué coño va? Anticipándome diciendo que estaba muy
oxidado, cogí primero dos pelotitas y con una mano hice tres malabares
(hacía veinte años que no lo hacía y por lo que me jugaba, más me valía que me
saliese bien) y luego con tres pelotitas, otros tres. Después de mi
“demostración” le pregunté a “Rastitas” si podría darme unas lecciones y ahí..., fue donde me lo gané. Cogió cuatro pelotitas con desdén, hizo un par de malabares con cara de
malote y las volvió a dejar. Me “entusiasmé” con sus trucos y haciendo grandes aspavientos le dije lo bueno que era, menudo champion y bla, bla, bla. Desgraciadamente, todos, todos,
todos somos unos vanidosos y “Rastitas”..., no iba a ser menos. Empezó a quitarse hierro,
yo seguía insistiéndole, que champion eres, él que no, y al final… picó el anzuelo. Primos
hermanos acabamos Rastitas y yo, y por ende, sus secuaces. Me contaron su vida,
lo que hacían, lo que dejaban de hacer… Yo les conté que era miembro fundador
del 15M, mi pasado como juglar en los semáforos de la Castellana, que fui el pionero que instauró acabar los trucos antes de que el semáforo se pusiese en
verde (cosa que no hace ninguno a día de hoy) lo que multiplicó mis ganancias
por 100.000. En un alarde, les invité a un par de litronas y con la emoción, ya querían que me
fuese a dormir a su tienda de campaña… Sobreviví pues a que me diese unos cuantos mamporros mi amigo Rastitas y desgraciadamente no tuve oportunidad de darle mi teléfono al bellezón del pelo rapado para invitarla a PFWC (Perro-Flauta World Congress) que se iba a celebrar en Madrid en cuanto yo llegase, una lástima!!!!
Así
pues, lo que podía haber sido un día insulso, se ha convertido en un día de lo
más completito. Esperemos que mañana la carretera esté limpia porque como me
hagan hacer trucos con las mazas, las cuales he dicho que son mi especialidad y se den
cuenta de que soy un impostor… no sé si saldré vivo.
La etapa del día |
Jajajajajjaaa!!! Genial, Barri!!! Mañana más.
ResponderEliminarMac el viajero. Cuidate!
ResponderEliminar"Maletitas"....mi ruina jejeje!!!
ResponderEliminarEres un crack. Que ascazo de envidia me das...
ResponderEliminarSi les llegas a hacer el truco del horóscopo te hacen miembro honorífico de su tribu! 😜
ResponderEliminarMe parto. Metiste el libro de chejov en la mochila?
ResponderEliminarLa próxima vez les dices que eres del Madrid, te ciscas en la madre de Messi y vemos qué tal sales ... :)
ResponderEliminarLa Derbi Diablo se llamaba Braulia.... Pobriña ella....
ResponderEliminarFundador del 15M.? Y no te han preguntado si primo del "coletas"? Un abrazo.
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