¿Y
por qué he venido a Vilacaya? Es un poco largo de contar pero creo que tiempo
me sobra para contarlo y así además te enterarás mejor.
Hace
cosa de tres años, viendo un partido en el Bernabéu con un amigo, el
partido no daba mucho de sí con lo que nos liamos a rajar. Me estuvo contando
que había estado durante el verano dos meses en Nicaragua echando una mano en
una ONG. Me quedé con la copla, se acercaba el verano, no tenía muy claro lo
que hacer en las vacaciones y me pregunté porqué no ir también de voluntario a
algún sitio. Jamás había tenido relación con ningún tipo de ONG pero de repente
caí en la cuenta que un íntimo amigo mío de colegio había estado en Perú y en
Bolivia echando una mano en la ONG que había montado un primo suyo. Le llamé,
le consulté y me dijo entusiasmado que no lo dudase y que me fuese para allá.
Me dio el teléfono de su primo, me puse en contacto con él y aunque me dijo que
habitualmente no enviaba gente porque sí para echar una mano a ninguno de los
dos sitios, había hablado con Charlie (mi amigo del colegio) y que por las
referencias que le había dado de mi, me fuese cuando quisiese. Me dijo que
podía ir a Perú o a Bolivia y al final por una cosas u otras me decanté por
Perú. Y allí que me fui casi 20 días en el mes de julio. La experiencia fue muy
buena, realmente me gustó y en el mes de febrero siguiente que volvía a tener
vacaciones, me fui esta vez a Bolivia. Y aquí estoy, en pleno centro de Bolivia en un pueblo cercano a Potosí llamado
Vilacaya.
¿Y
qué es lo que hay en Vilacaya? Pues lo que hay es un centro de acogida para
niños no sé si llamarlos semi-huérfanos o cuyos padres no pueden hacerse cargo
de ellos y aquí sí pueden hacerlo. ¿Y quien ha montado todo esto? Pues el
principal responsable de todo esto en el primo de mi amigo del colegio, un tal
Joaquín. Le conozco desde hace algo más de tres años, pero la verdad es que en
total nos habremos visto cinco o seis veces y tampoco es que haya intimado con
él demasiado. Lo que sí sé, porque lo he visto, es que la tarea que él hace no
hay nadie que la pague. Joaquín no es un religioso, ni un místico ni un tipo
raro que le haya dado por esto, es una persona completamente normal que en vez
de dedicar su tiempo y su dinero a gilipolleces como me dedico yo, tipo darme
una vuelta en moto por América durante casi tres meses, se dedica a sacar adelante a estos chicos y a
los que tiene en Perú durante todo el año. No conozco demasiado su historia
pero sí sé que él montó esta micro ONG. Con cuatro personas más que le echan
una mano en Madrid, unos cuantos socios que pagan sus cuotas y las personas que
tiene contratadas tanto aquí como en Perú saca adelante todo esto. Como digo es
una micro ONG, no hay camisetitas, no hay oficinas rimbombantes, no hay coches
4x4 para desplazarse por la zona y sólo está él dando el coñazo a diestro y
sinestro tanto en Madrid como aquí para que esto siga funcionado.
Cuando
me vine aquí el año pasado le pregunté:- Joaquín, ¿y qué coño hago yo allí si a
mi los niños… nunca he sido tampoco tipo monitor de campamento y en general no
sé hacer la o con un canuto? Y él me contestó: - nada, con estar es suficiente.
Y así fue, aquí me pasé algo más de veinte días sin hacer realmente nada, más
que estar y efectivamente, fue suficiente. Como digo, no soy muy niñero, de
hecho mis amigos se meten conmigo muchas veces porque no soy de los que hace
carantoñas a sus hijos y hay hijos de íntimos amigos que ni conozco (y eso
que deben de estar a punto de hacer la mili). El caso es que me vine para acá a
ver que pasaba. Y la verdad es la cosa salió bastante bien. Los niños eran
encantadores, súper buenos (igual que el mamón del telescopio) y muy, muy
cariñosos. De alguna manera solo con estar aquí, les estaba dando la atención y
el cariño que quizás les falta por sus condiciones familiares. He de decir
también que cuando pensé en que esto era un “orfanato” me lo imaginé como el orfanato
de Oliver Twist. Estaba visualizando a
los niños escuálidos, con cara de pena, hechos unos desgraciados… Y cuando
llegué aquí me llevé una gratísima sorpresa al ver que los niños estaban
felices, contentos.
No
dudo que en mi estancia aquí yo les diese “todo” ese cariño que les faltaba
pero ellos, y todo el conjunto, me dieron una verdadera lección. Después de ambas
experiencias, tanto la de Perú como la de Bolivia, sigo siendo el mismo, no me
he vuelto un místico, no me he deshecho de todos mis bienes para dedicarme a
los demás y en general sigo siendo el mismo mamón de siempre. Desde luego que
no me ha hecho mejor persona ni tampoco lo soy por haberlo hecho, pero de
alguna manera si que me sirvió como experiencia vital. Cuando viajas por ahí o
mismamente sin salir de casa ves los documentales o las noticias sobre la
cantidad de “desgraciados” que hay por el mundo, acaba tu viaje, el documental
o la noticia y se acabó el recuerdo. Cuando lo vives durante 20 días al menos
el recuerdo te dura una semana y muy de vez en cuando te acuerdas de cómo está
esta gente.
Ayer,
cuando llegué, después de todos los berrinches que me había llevado todo el día
(el no poder ver el salar, la multa, el soborno, el atasco de Potosí) tardé 5
minutos en decir: - Álvaro, qué mamón eres. Por lo pronto llegar y que todos
los niños viniesen corriendo a darme la bienvenida y a darme abracitos, ayuda.
Los niños del centro |
Cuando volví a verlos en el centro, recordé muchas de las cosas que ya se me
habían olvidado. Lo que no se les había olvidado a ellos fue que el año pasado
les hice la promesa de que si alguna vez volvía les iba a traer un montón de
películas para que ellos pudiesen verlas. Les faltó tiempo para preguntarme
cuales les había traído y querían verlas todas. Merendamos primero (es
realmente curioso ver cómo se sientan todos en su sitio correspondiente, dónde
cada uno tiene su servilletita con su nombre bordado y dónde ninguno empieza a
comer hasta que todos están sentados y uno, que es el encargado semanal de
poner la mesa, acaba de servir el plato del último. Luego tampoco se levantan hasta
que haya acabado el último. Después tuve que hacer la ronda de todos los
cuartos para que me enseñasen todas las cosas que les habían traído los Reyes,
y finalmente vimos una de las películas que traje. Les he traído más de 30
películas (todas las que me marcaron en mi infancia como Gremlins, ET,
Cazafantasmas, además de los últimos éxitos de Hollywood) Finalmente vimos
Batman 2, estaban emocionados a pesar de que no dejaban de preguntar una y otra
vez quien era Batman, si era Christian Bale, si era el actor que hacía de
Harvey Dent… menos mal que no lo
preguntaron también con el Joker (que ellos lo llaman Guasón) Otra cosa muy
graciosa es que pueden ver las escenas mas violentas del planeta, oír los
peores tacos que jamás hayas imaginado pero eso sí, cuando sale una escena de
amor (o sea, dos personas que se besan en la boca, no estoy hablando de nada
más) se tapan todos a la vez lo ojos y dejan de mirar la película, es de veras
muy cachondo.
Acabó
la película justo antes de la cena y en lo que ponía la mesa el encargado, unos
se me subían en la chepa, alguno se me enroscaba a una pierna y otros querían
jugar a “fuercitas” que es como ellos llaman echar un pulso. Después de cenar
todos a hacer cola para lavarse los dientes y a dormir.
Al
día siguiente, o sea hoy, hemos tenido actividades varias. En primer lugar los
que no habían hecho los deberes del colegio los han tenido que hacer y los que sí, me han pedido que les pusiese otra película. Hemos visto ET y después de la
película se han pasado toda la mañana con “mi casa, teléfono”. Después de comer
les he tenido que dar una vuelta en moto a los 16 que están por aquí. Les he
dado a todos la misma vuelta, todos entusiasmados pero eso sí, cada vez que
volvía con uno, todos preguntaban dónde le había llevado. El primero ha dicho
hasta la plaza del pueblo, el segundo hasta el cerro y el último sólo le ha
faltado decir que le había llevado a Potosí. Después de la moto me han hecho llevarles al
río. Ahí han estado remojándose, tirándose, haciéndose aguadillas hasta que al
final antes de volver han aprovechado para darse su baño semanal.
En el río |
Después
del río la merienda, luego me he tenido que comer 16 partidas de un juego de
matar zombies para poder así proclamar quien era el mejor de todos, luego no se
han puesto de acuerdo en lo que hacer y ha habido dispersión y ese momento he
aprovechado para hablar con dos monjas una italiana y otra colombiana que
también tienen otra especie de centro que ayuda a las personas del
pueblo y de los alrededores. Me han estado contando cosas de la realidad de
aquí y la verdad es que la vida es realmente dura. Y me ha parecido muy curioso
un comentario de una de ellas en el que afirmaba que los niños de este centro son los niños más felices del pueblo, a pesar de sus circunstancias y que eso
era en gran medida a la labor que hace MADES (http://www.mades.org) (que es como se llama la ONG) con
ellos aquí.
Después
hemos cenado, se han despedido todos de mi haciéndome prometer que volveré otra
vez el año que viene y que me quedaré más tiempo y se han ido a dormir.
Hoy
no he visto nada, hoy no he montado en moto pero lo he pasado realmente bien, muchas
gracias Joaquín.
Pd.
Esta es la cuenta de MADES: 2100-3901-96-0200127659
Hemos echado de menos tus aventuras y desventuras, ¡menos mal que has vuelto! Me alegro mucho de que lo hayas pasado tan bien con tus niños, y doy fe de que no eres tan ogro como te crees con los enanos... ;D
ResponderEliminarRealmente me ha emocionado tu cuento. Quiero venir en la ong yo tb en agosto. Dime como hacer
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